Diciembre 26, 2024 -H-

Sí. Con precedentes y responsables

Lo que hay que esperar ahora es que este luctuoso hecho en el que han muerto 4 personas no desencadene persecuciones irracionales y como en el 1949 una masacre.


Lunes 29 de Agosto de 2016, 5:30pm






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Ninguna muerte violenta se justifica y no varía el sentimiento por el número de muertos en esas circunstancias;  basta la muerte de una persona, para generar indignación, rabia, desconsuelo e impotencia.

También estoy completamente seguro de que no sirve buscar culpables y reclamar venganzas; eso conduce  a un camino sin retorno, en el que todos perdemos. Lo explicó el presidente colombiano hace poco cuando le reclamaron por un proceso de paz que deja impunes a secuestradores y asesinos. Sin duda, existen responsables, es decir personas que deben hacerse cargo de las muertes, y que deberán cargar hasta el final de sus días esa sangre derramada. No hay  forma de evadirlo.

En el caso del conflicto con los cooperativistas mineros, tendríamos que preguntarnos si son también  responsables son los circunstanciales gobernantes: El presidente del Estado, el vicepresidente, el gabinete de ministros y viceministros, sus estrategas y asesores políticos; todos ellos.

El proletariado minero ha sufrido los últimos años dos importantes transformaciones. La primera se origina a partir del proceso de relocalización impulsado por gobiernos neoliberales que generaron de manera atrofiada al cooperativismo minero actual, esa es la explicación de origen. La otra fue el empoderamiento del cooperativismo minero a partir del apoyo e impulso de parte del MAS-IPSP.

A partir de esto último, los cooperativistas mineros se conviertieron en lo que son hoy, pues fueron uno de los sectores que sostuvo y mantuvo en el poder a Evo Morales. De igual forma, pero en menor grado el proletariado minero de empresas estatales terminó subordinado al gobierno nacional, perdiendo su independencia de clase. En resumen, el combativo proletariado minero boliviano de antaño ya no existe.

La masacre de Siglo XX en 1949

Existe un precedente en la historia boliviana de rehenes muertos a manos de mineros.  El 28 de mayo de 1949 en Siglo XX durante el gobierno de Enrique Hertzog, los mineros se enteraron del apresamiento de sus dirigentes máximos: Lechín, Lora, Toranzo y otros.  Como reacción a esa medida se instaló una asamblea general que declaró huelga general indefinida. De manera previa, el gobierno declaró mediante decreto, obligatorio el laudo arbitral, disposición que no estaban dispuestos a cumplir la empresa minera Patiño Mines.

La reacción ante el apresamiento de los dirigentes fue la toma de rehenes: John O’Connor, Wilber Cook, A. Ellet, Flyd Ericson, Joop Besepte, Albert Kreffting, Albert Hausser, David Vargas y Ramón Rico, a los que se incorporaron voluntariamente las  señoras de O’Connor y de Kreffting” (René López Murillo, “Los restaurados”, La Paz, 1966), entre otros. Un comunicado de los mineros señalaba que estaban en su poder: el Jefe de Ingenieros, el Superintendente de Mina, el Capataz General, el Jefe de Electricistas y dos Jefes de Campamento que pagarán con sus vidas el regreso de nuestros cabecillas. Ese mismo libro cita a los mineros: “Tenemos apresados treinta y tres gringos como rehenes y los tendremos hasta que regresen nuestros dirigentes, en caso contrario pagarán con sus vidas este nuevo abuso del gobierno...”

La historia dice que los dirigentes de la FSTMB no alentaron tomar rehenes, fueron los obreros de base que recurrieron por necesidad de defensa a esa medida.

“La noticia de la toma de rehenes norteamericanos y la muerte de algunos de ellos en Siglo XX hizo estremecer los teletipos y ocupó las primeras páginas de la prensa de todos los rincones. Todos los medios propagandísticos, todos los gobiernos y hasta muchos que presumían de socialistas vomitaron blasfemias contra los “salvajes” (la palabra fue repetida y subrayada sin descanso) mineros bolivianos. Las organizaciones dependientes del imperialismo norteamericano llevaron la voz cantante de ese coro reaccionario... Las cosas fueron presentadas como si la repulsa y condenación de la toma de rehenes y el asesinato de parte de ellos fuese algo obligado a nombre de la civilización y que no podía ser ya materia de discusión, pues a casi todos se le antojaba que lo que hicieron los mineros era algo monstruoso e indefendible. Y, sin embargo, siempre se ha permitido a los gobiernos rosqueros justificar las periódicas masacres del pueblo (obreros y campesinos).” (Lora, Guillermo Historia del Movimiento Obrero, tomo 4)

Sin embargo, este episodio que he resumido no  tiene la finalidad de defender a los cooperativistas mineros, sino tratar de entender las dinámicas de mineros y de sus movilizaciones. Reitero, los trabajadores mineros de cooperativas no son el proletariado minero pre- revolución del 52. La situación es distinta: Hoschild no es Evo Morales, en ningún caso la FSTMB fue la FENCOMIN, y el secuestro no es de un grupo de gringos de la Patiño sino de un viceministro. Algunos parecidos: el desencadenante es una disposición legal, la toma de rehenes, su muerte, la condena al salvajismo, la mentalidad colonialista de gobernantes y nadie que trate de entender el suceso sin pasiones.

¿Y ahora?

Los cooperativistas mineros son una especie rara de lo que han llamado “movimiento social” que mezcla su cualidad de empresarios explotadores y  de obreros super explotados simultáneamente. Pero a pesar de esa simultaneidad contradictoria en su contenido de clase; no dejan de ser mineros; es decir aquellos que enfrentan a diario la muerte al interior de la mina.  No es un asunto de si las dinamitas son legales o no, o si se prohíbe las dinamitas o no; esa discusión es superficial y no entiende  cómo funcionan las organizaciones sociales en Bolivia y los mineros.

Lo que hay que esperar ahora es que este luctuoso hecho en el que han muerto 4 personas no desencadene persecuciones irracionales y como en el 1949 una masacre.

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