JR fue “el” villano de las series televisivas con una magistral interpretación de Larry Hagman en la serie Dallas. Bueno, el nuestro resulta un bebé de pecho a su lado, un diminuto JR.
A un esquizoide se lo reconoce por las alteraciones de la personalidad, las alucinaciones y la pérdida del contacto con la realidad. No voy a decir que JR, el nuestro (el otro ha muerto), es un esquizoide, porque no soy médico. Que lo corrobore un psiquiatra, si se atreve.
El narciso es el hombre que siente una admiración excesiva por sí mismo (definición de diccionario). Su visión del mundo no se compara con ninguna otra y, borracho de sus palabras, está más afligido de su histrionismo que de contar la verdad. No, tampoco voy a decir que sea semejante cosa, pobrecito.
Si él piensa que hay un “cártel de la mentira” conformado por cuatro medios y algunos periodistas sueltos, como tornillos, sus razones tendrá. Si se siente un “muerto civil”, debe ser horrible. Si no cree más en la Iglesia, qué pena por su alma. Si desconfía de la oposición porque está vinculada con EEUU y Chile, grave. Humildemente, yo vi Dallas y ese JR era único: considerémonos afortunados. Además, andar por la vida dudando de la capacidad de raciocinio de los demás sería cuestión de locos.
¿A usted no le parece de alguien que estuviera en sus cabales un pensamiento como el que sigue: “la señora Zapata imponía la línea editorial en algunos medios de comunicación, ¡esto es el colmo!”; o que tales bichos fueran parte de un “Plan Cóndor” y por eso gestan un “golpe mediático-político”; o que asistimos, por todo eso y más, a una “fase de violencia”? A mí tampoco. Pero no soy médico, no podría certificarlo. A lo sumo, arriesgándome a, de pronto, pasar a pertenecer a un ‘cártel’ (aclaración: no vivo ni en México ni en Colombia), a esas citas podría animarme a rotularlas como “desquicitas”. (Una bromita).
¿A usted le parece que con la interpelación a JR la sangre llegó al río? A mí también. Este debe ser el único país del mundo en el que un interpelado se da el lujo de asumir el rol de interpelador abusando de los costosos minutos de la radio y la televisión estatales que él maneja desde su despacho —el que curiosamente se encuentra en el vecindario de oficinas que habrían servido a Zapata para cerrar contratos, dicen, mal habidos—. Pero, JR es diminuto y no se dio cuenta. [Nota: Zapata es una exnovia. El Presidente también tenía sus citas, pero de otro tipo porque hasta hijo parece que tuvo con la exnovia. Bueno, eso es lo que ella dice. Y lo que él dijo en algún momento, pero esto no vale ahora].
“Espejito, espejito…”, repite el narciso. No voy a decir que JR fuera a su oficina cada día con ese objeto de índole preferentemente femenina en el bolsillo; sería desprejuiciado, pero no lo voy a decir. Lo que sí voy a decir es que la interpelación a la que fue convocado no sirvió de mucho, salvo para concluir cuán inútiles son las interpelaciones en el actual Congreso.
¿Usted cree que JR se lució? ¡Actorazo! (nunca como el de Dallas). Eso era lo que pretendía. Si la polarización fuera para Bolivia lo que la “grieta” es para Argentina, nuestro JR sería el principal picapedrero.
El JR original hacía más o menos eso: intrigaba y persuadía como los que convencen con incesantes versiones de una misma idea. Pero en nuestro caso, la facundia no es suficiente para desarrollar exitosamente un discurso. Muy inteligente no debe ser el que necesita horas para desplegar una teoría como la que vincula unos medios con la mentira y unos políticos con EEUU y Chile, porque subestimaría a su público. JR “doble de riesgo” lanzó una frase sensata: “Los corruptos tienen que ir a la cárcel”. Algunos mejor al Pacheco, de Sucre.
Al JR trucho le falta para llegar a Dallas. Quiere ser elocuente, le alcanza para locuaz.