Hemos comenzado el año 2025 y estamos a una semana de terminar el primer mes, construyendo una gestión futbolera que ya no contará con 365 días. Enero no aportó nada a la organización de la temporada anual para darnos al menos una idea de qué tendremos en materia de fútbol boliviano a lo largo de este año.
Luego llegará febrero, el mes más corto y así como van las cosas lo más seguro es que sigamos en la misma disyuntiva. No se sabe: qué tipo de campeonato tendremos, cuál será la modalidad, (todos contra todos, por series), cuántos partidos se jugarán, algunos dicen que se quiere solo uno, otros que deberían ser dos, cuándo comenzará la actividad; no se sabe nada.
A eso debemos sumar que este primer mes solo sirvió para seguir la polémica de algunos clubes, aquellas con las que terminaron “levantando polvo” el 2024. El problema de Aurora y la identidad falsa del jugador Montaño, ya confeso, aguarda la decisión del Tribunal de Disciplina Deportiva que trabaja en Asunción del Paraguay. ¿Cuáles llegarán a ser las consecuencias? Un tema que seguirá siendo incierto.
En fin, enumerar nuevamente cada uno de los problemas que generan controversia hoy, sería redundar los conceptos vertidos en esta columna en pasadas semanas y seguir dando énfasis a lo que informan los medios sobre la actualidad del balompié nacional. Ciertamente temas complicados de difícil solución, que retrasarán mucho el inicio de la temporada 2025. Lamentablemente no queda otra acción que sentarnos, seguir la tediosa novela y a ver cuándo termina. A este paso febrero tampoco será el mes de inicio del campeonato.
Vayamos restando: de los 365 días del año, no contemos con enero, pues en una semana, no pasará nada; lo que nos da solo 334 días. Sin embargo y por los temas coyunturales que esperan solución, tampoco se tendrá luz verde en los 28 días de febrero; lo que en la resta nos da solo 306 días para definir la agenda anual de actividad futbolera en el país. Esperemos que en marzo (Dios mío en marzo) tengamos el panorama claro y sepamos qué esperar de nuestro torneo 2025.
Más bien que tenemos representación internacional en Copa Libertadores y Sudamericana, donde los calendarios están definidos con anticipación y al menos sabemos de 3 equipos y qué torneos jugarán, pues de los otros 5, aún debemos esperar los famosos fallos jurídicos que hoy nos tienen en vilo.
¿Y las realidades?
El concepto se refiere a la idea de que cada club boliviano tiene una percepción singular del momento que atraviesa. Por supuesto que pasa por el factor económico; esto se debe a que el trabajo mal planificado anteriormente, dio como resultado una mala campaña deportiva, la consecuencia se ve reflejada claramente en la producción negativa, que afecta al esfuerzo de la inversión, derivando todo en una profunda crisis financiera, con deudas impagables, dando como resultado instituciones quebradas luchando por no desaparecer. Eso en el peor de los casos.
La realidad es un concepto filosófico que se refiere a todo lo que existe, en oposición a lo imaginario o ficticio, puede ser entendida en sentido positivo o negativo. No está formada solo por cosas materiales, ya que las emociones y los sentimientos también son reales (con esto me refiero a una afición deportiva que siente y sufre cuando su equipo no marcha bien). La realidad en el fútbol se construye de manera diferente para cada institución y grupo social, vale decir que procesa y simboliza psicológicamente las vivencias de manera singular.
Ante una misma actualidad, cada hinchada va a elegir actuar de una cierta manera y no de otra.
Consecuencias de no aceptar que existen diferentes realidades. Creer que los juicios, elecciones, creencias y opiniones son relativamente comunes. Conceptos de análisis más profundos.
Por un lado, tenemos a clubes que se arman para el año deportivo, como pueden, y en la medida de sus ingresos. En esta época de fichajes en el fútbol boliviano, se ven claramente los que pueden y su responsabilidad de reforzarse de acuerdo con su planificación y presupuesto.
Por otro lado, vemos a quienes no pueden reforzarse, pues tienen que honrar deudas que arrastran de otra gestión. También hay clubes que no tienen muy clara su situación institucional y crean escepticismo con su manejo dirigencial; esto crea en su afición dudas sobre el futuro de su equipo y la manera de encarar el año deportivo.
Tan solo Bolívar marca la diferencia de vivir una realidad diferente, todos sabemos por qué y por quién. La estabilidad le da seguridad al trabajo de una institución que es seria. Tiene a su equipo campeón, se arma bien, preparan un viaje increíble al Reino Unido para trabajar en el centro de alto rendimiento del Manchester City, además de jugar partidos de preparación con equipos ingleses como parte de su pretemporada; por ende, tiene a una afición contenta, sintiendo orgullo al saber que, en el año de su centenario, se vivirán sensaciones únicas.
La verdad, cómo quisiéramos que por lo menos 10 clubes sean así de estables. Las realidades serían diferentes. Sigo pensando en que la solución pasa por la inversión y creación de sociedades anónimas en clubes bolivianos y empresas internacionales. Algo se tiene que hacer ya.
La frase de Peter Drucker, consultor de gestión y educador queda como anillo al dedo: “Cada vez que veas un negocio exitoso, fue porque alguna vez alguien tomó una decisión valiente”.
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