Este 1 de julio se cumplieron tres meses de la ardua lucha de la oposición venezolana por liberarse de la dictadura de Nicolás Maduro y sus secuaces. Un centenar de jóvenes, la mayoría estudiantes, han sido asesinados en las calles, 3.500 fueron detenidos y pasan de 4.000 los heridos, según organismos de derechos humanos como el Foro Penal.
Por momentos parece que están contados los días de la tiranía y que se acerca el choque final, pero hay otros en los que el sátrapa aparece rodeado de sus generales, que le juran lealtad, y las esperanzas se desvanecen.
Pero hay un hecho que debe contarse. La fiscal general de la nación, Luisa Ortega Diaz, ha puesto en jaque a la dictadura denunciando que ha violado el orden jurídico del país al convocar a una asamblea nacional constituyente, ignorando al pueblo que debe ser quien lo autorice mediante un referendo consultivo.
Peor todavía para el régimen, le ha enrostrado graves violaciones a los derechos humanos por la tortura a presos, detenciones ilegales, allanamientos írritos, asesinatos a mansalva, etc. La respuesta del régimen ha sido enjuiciarla a través de su servil Tribunal Supremo de Justicia.
Pero Ortega Diaz demostró que es una astuta abogada que conoce profundamente la ley y desbarata todo intento del régimen por marginarla. La Asamblea Nacional, donde es mayoría la oposición, es el único organismo que puede nombrar o destituir a la fiscal, de manera que es completamente ilegal que el TSJ quiera juzgarla y defenestrarla.
La tiranía traspasó facultades de la fiscalía a su obsecuente Defensor del Pueblo en otra flagrante violación a la ley. Ortega Diaz, que demostró que no firmó el documento por el que fueron elegidos fraudulentamente varios magistrados en las postrimerías de la anterior AN, desconoce al TSJ y obviamente no irá al antejuicio que le citaron para el 4 de julio.
El TSJ, arrogándose competencia que no tiene, quiere nombrar a un vicefiscal, algo que solo puede hacer la propia fiscal con la aprobación posterior de la AN. Maduro y sus magistrados adulones, furiosos, dispusieron la prohibición de salida del país de Ortega Diaz y la congelación de sus cuentas bancarias como si fuera una vulgar delincuente.
La oposición se ha puesto del lado de la fiscal, pero está aún por verse que se mueve detrás de todo este legalismo a ultranza de Ortega Diaz. ¿Se volvió demócrata? ¿No fue ella quien mandó a la cárcel sin muchos miramientos a decenas de opositores, incluyendo a Leopoldo López?
En sus discursos contra Maduro, Ortega Diaz se proclama abiertamente chavista. Quizás olvida que fue precisamente Hugo Chávez quien instauró en Venezuela la autocracia, el despotismo militar y que fue quien hundió en la miseria a su país. Fue desde su juventud (hay fotos) activa militante de fuerzas de izquierda radicales.
Los que sabemos un poco cómo actúa el G2 cubano pensamos que en el fondo está planteada una lucha para salvar lo más que se pueda del chavismo. Cuba, así como cuando fue abandonada por la Unión Soviética, no soportaría otro periodo especial. Venezuela, con el chavismo, se convirtió en el salvavidas del agonizante castrismo.
Como entre los militares hay chavistas, maduristas e institucionalistas ¿Cómo o en qué va a parar la heroica lucha de los venezolanos que desde hace 3 meses están en las calles exigiendo la restauración de la democracia en su país? Amanecerá y veremos.
(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.