Millones de residentes del sur de la Florida cambiaron estos días el tradicional saludo matinal de “buenos días” con un sonoro: ¡Estamos vivos! (We are alive), tras el paso del descomunal huracán Irma que, aunque no dejó muchas víctimas mortales, causó estragos aún difíciles de cuantificar.
A casi una semana del fenómeno, las autoridades son incapaces de determinar el daño sufrido por la industria citrícola, la principal del estado de la Florida, pero desde ya se calcula que en los meses próximos será un lujo tomarse un vaso de naranjada.
Todavía hay albergues con refugiados, especialmente provenientes de los Cayos, ese rosario de islas conectadas por puentes al extremo meridional de Estados Unidos donde han desaparecido centenares de casas rodantes y sufrieron graves daños construcciones más sólidas.
Casi al empezar el viernes regresó la electricidad a vastos sectores de Kendall, en el sureste de Miami, y a pesar de la hora se escuchó un gritó de júbilo de los residentes como si se tratara de un gol convertido por su equipo favorito. Fue una agonía vivir cinco días bajo un calor promedio de 32 grados Celsius.
Centenares de kilómetros de calles y avenidas fueron cubiertos por árboles y verjas derribados por la fuerza de las ráfagas de viento que alcanzaron en algunas zonas más de 150 kilómetros por hora. Los 6.5 millones de habitantes de Miami vieron con regocijo el sábado en la noche que el ojo de Irma se recostaba hacia la costa oeste. Aun así, la costa oriental no se salvó de fuertes inundaciones. La avenida Brickell parecía un río desbordado.
Con la vuelta de la electricidad se apresurará la reconstrucción y las escuelas reabrirán en su mayor parte el lunes. Desaparecieron las colas en las gasolineras y los supermercados están reabasteciéndose rápidamente. Los camiones recolectores de deshechos trabajan intensamente. Con el huracán Andrew, hace 25 años, las avenidas estaban repletas de artefactos inutilizados, colchones, etc. Esto no se ve ahora. Esta vez las estructuras de las casas al parecer fueron mejor protegidas.
La mayor pérdida de vidas se produjo en Hollywood, al norte de Miami, en un asilo donde murieron 8 ancianos. Aparentemente al irse la electricidad se desconectaron sus equipos de respiración artificial. Hay una investigación para establecer responsabilidades.
El presidente Donald Trump visitó el jueves zonas afectadas y distribuyó alimentos entre los damnificados. Cuerpos especializados de las Fuerzas Armadas fueron movilizadas para colaborar en la fase de reconstrucción inmediata. El inmenso portaviones Abraham Lincoln ya está en los Cayos. Tiene el potencial de alimentar a miles de personas por muchas semanas y de generar electricidad para una población de hasta 10.000 habitantes.
Es en estos casos en que, al margen de la solidaridad que se muestran los vecinos para ayudarse, así sea con una tacita de café, se ve con no poco asombro, la razón por la que Estados Unidos es un potencia mundial. Si, seamos positivos: “we are alive!”. Déjenme disfrutar de mi primer vaso de la bebida de los dioses: ¡agua con hielo! Amaneció y vimos.
(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.