Para sorpresa de nadie, los sectores religiosos han protestado contra la recién promulgada Ley de Identidad de Género, pese a que somos uno de los últimos países de América donde se reconoce legalmente la condición de transexualidad.
Ante el hecho, una cosa es que se manifieste descontento. Todos tenemos derecho a ello, hay una libertad de expresión que, pese a las amenazas que se le ciernen, es efectiva. Lo que es inaceptable es la actitud de completa intolerancia y desubicación tanto de la iglesia católica como de las congregaciones evangélicas, que llaman a esta ley “privilegio”, “ataque a la familia” y “ofensa a la nación”. Encima, han publicado un lamentable video que disfraza (mal) esa intolerancia poniendo al final la palabra “amor”. Revisemos esos argumentos:
“Es un privilegio para personas ya amparadas por la Ley 045”. La ley contra el racismo y toda forma de discriminación nos ampara a todos los habitantes del país y no solo a unos cuantos: TODOS somos iguales ante la ley, ese es su espíritu. La ley 807 de identidad de género restablece el derecho de las personas transgénero a ser sujetos de derecho. No es un privilegio, es un derecho. Privilegio sería, por ejemplo, no pagar impuestos, como hacen justamente las iglesias.
“Un ataque a la familia tradicional”. ¿A la de quién? La institución de la familia, base de nuestra sociedad en lo jurídico, no se ve afectada de manera alguna. Si una persona natural se casa con otra, forman una familia y punto. Que ese acto no les guste a los religiosos o no esté en los cánones que predican es otra cosa muy diferente: es legal ante las leyes bolivianas.
“No fue consultada a la población”. ¿Desde cuándo se tiene que llamar a consulta para hacer lo correcto? Los derechos no se someten a referéndum. Esta triste excusa se parece a la que esgrimen los chóferes cada vez que Tránsito o la Alcaldía quieren hacer un poco de orden en la ciudad.
“Una ofensa a la nación”. Así la llamó el obispo de la Diócesis de Oruro, Cristóbal Bialasik, añadiendo: "¿Cómo podemos dejarnos llevar por una ideología ajena a nuestro pueblo, impulsada y promovida por organizaciones ajenas a nuestra nación?”. Baste decir, señor Obispo, que suerte para usted que hace 500 años nadie pudo ponerles esta misma objeción.
“Va contra el diseño original”. No voy a meterme a discutir los misteriosos caminos del dios en el que cada uno cree, pero digo dos cosas: 1) Si el diseño original fuera “perfecto” no habría un solo niño nacido con enfermedades congénitas. 2) Hay personas que nacen diferentes y se sienten diferentes. Eso es un hecho, le pese a quien le pese.
“Esta ley discrimina y vulnera la libertad de pensamiento”. ¿Discrimina a quién, vulnera a quién? Es un instrumento para que personas que están con una desventaja legal tengan los mismos derechos que todos. Y la libertad de pensamiento no se toca en ningún aspecto de la ley.
“No porque me sienta en la luna soy un astronauta”. Esta analogía es de plano insultante y soberbia.
Pero en general, lo preocupante de estas reacciones es el espíritu mismo de la protesta. “Va contra nuestras creencias”, dicen. ¿Quiénes se creen, dónde piensan que viven? Este es un estado LAICO, y mucho antes de esa declaratoria en 2009, se reconocía la variedad de confesiones, incluyendo la aconfesionalidad. Es decir, la obligación que tenemos todos es de seguir la ley, no las creencias que cada grupo profesa en su colectivo con plena libertad.
Utilizando las mismas palabras del guión del video de marras: “todo el mundo tiene derecho a sentir, mas eso no te da el privilegio de imponer una visión personal”. Por favor señores religiosos, ubíquense en 2016 y si van a argumentar con la Biblia, lean la parte que habla de amar y respetar al prójimo, que se les olvida muy seguido.