Enero 06, 2025 -H-

¿Meritocracia o Amigocracia?


Lunes 18 de Abril de 2022, 11:15am






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En la convulsionada agenda política nacional, hay muchos temas dando vueltas o distrayendo a la opinión pública de la verdadera prioridad: recuperar la Defensoría del Pueblo, institución creada para la defensa y respeto a los Derechos Humanos mediante la independencia de poderes.

Después de las respectivas depuraciones nos hemos quedado con 66 postulantes, mayoritariamente hombres  y también la mayoría provenientes de la Sede de Gobierno. Como todos saben hay muchos funcionarios públicos dentro de los participantes.

Lo más llamativo de esta selección es que festejamos el trabajo coordinado que se dio en la Asamblea Legislativa entre las fuerzas políticas, algo que debería ser la norma, hoy es la excepción en la política boliviana. Esto se da porque hemos perdido la capacidad de razonar juntos sobre las grandes cuestiones públicas al punto que nos cuesta mucho escucharnos unos a otros sin pelearnos.

Al final esperemos que el resultado sea el mejor para la población, pero más allá del resultado es importante analizar el proceso de selección y cómo este debería ser la norma y no la excepción dentro de los cargos públicos.

Para entrar de lleno en el debate, me sumergí en la investigación que hizo Michael Sandel sobre la meritocracia y la política en su libro “La tiranía del mérito; ¿Qué ha sido del bien común?”, donde analiza la realidad norteamericana comparándola con Europa.

Para quienes critican los procesos de selección en base al mérito, este modelo de selección se basa en dos motivos: “Uno es la eficiencia. Me irá mejor si mi dentista es alguien capaz que si es un incompetente. El otro es la equidad. Estaría mal discriminar al candidato más cualificado dejándose llevar por prejuicios religiosos o sexistas y contratar a una persona menos cualificada por ello” lo describe de manera muy coloquial Michael Sandel en el libro citado.

Pero ¿deberíamos utilizar esta forma de selección en todos los ámbitos?

Lo primero que hay que entender es que esta forma de selección envía un mensaje claro a la sociedad: cuando generas procesos de selección donde se valoran la experiencia y estudio, el mensaje que dejas a tu sociedad es que el esfuerzo es recompensado y reconocido.

Fomentas dentro de la sociedad la movilidad ascendente mediante la educación, y los políticos tienen el desafío de mejorar la deteriorada educación pública; pero en la práctica ¿esto funciona? Según Michael Sandel y su investigación: no;  porque no todos parten en las mismas condiciones o con las mismas oportunidades de inicio, pero genera una luz de esperanza:

“Mis estudiantes sostienen que, aunque el sueño americano no cuadre con la realidad, es importante que la noticia no se difunda; mejor preservar el mito para que la gente continúe creyendo que es posible progresar hasta donde nuestro talento y nuestro esfuerzo nos lleven. Los estadounidenses profesan una mayor fe en el dominio de las personas sobre su propia vida que los ciudadanos de casi todos los demás países. La mayoría de los estadounidenses (57%) discrepan del enunciado según el cual “el éxito en la vida lo determinan básicamente fuerzas que no podemos dominar”. Sin embargo, en la mayor parte del resto de los países (entre ellos, casi todos los europeos) son mayoría quienes consideran que el éxito lo determinan sobre todo fuerzas ajenas a nuestro control”.

Este párrafo nos muestra la fuerza del “sueño americano” muy cuestionado en los últimos años por las grandes diferencias entre ricos y pobres, además de la constante critica a un gobierno exclusivamente tecnocrático. Pero sin duda es un motor de esperanza para su población sobre una movilidad social y económica ascendente anclada en el esfuerzo y la educación.

Ese es el mensaje que debemos recibir como sociedad, contrario a las últimas declaraciones del Vicepresidente David Choquehuanca; “Nosotros decimos (haciendo referencia a los indígenas) ‘no, nosotros no sabemos, ellos tienen que venir, los licenciados tienen que venir a enseñarnos’. ¿Qué nos van a enseñar? ¡Nos van a enseñar a robar!”.

Esta declaración muestra un desprecio latente hacia las clases medias urbanas formadas con esfuerzo y constancia que deciden estudiar una carrera universitaria, cuando lo que más necesitamos como país es que las futuras generaciones se eduquen, lean, investiguen y entiendan que ese camino es más seguro que el de la afiliación política o cercanía dirigencial.

La elección para la Defensoría del Pueblo nos debe mostrar que hay muchos espacios del estado donde se deben despolitizar los cargos y más bien cubrirlos con gente idónea y proba, al final la mejor versión de la administración pública será la que combine: conocimiento técnico con liderazgos políticos cercanos a sus regiones y empáticos con las necesidades de la sociedad.

Pero no debemos olvidar que los procesos de selección de los cargos públicos son el último eslabón, donde realmente el estado debe trabajar es brindando oportunidades de desarrollo para todos sus habitantes, para que todos mediante una educación y salud de calidad puedan desarrollarse y crecer.

Alejandro Castellanos Pinell

Cientista Político, Universidad del Salvador (Argentina)

 

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