El año 2025 marca un hito crucial para Bolivia, no solo porque celebra el bicentenario de su independencia, sino porque enfrenta desafíos significativos en lo económico, electoral y estructural.
Este momento exige incrementar nuestros esfuerzos para despojarnos de prejuicios, taras, vicios, racismos y autorracismos, vale decir de conductas coloniales y patriarcales, y traducir ese cambio en un compromiso serio de descolonización y despatriarcalización. Debemos recordar que todas y todos compartimos el mismo color de sangre, un corazón que late por Bolivia y el anhelo de verla autosostenible, floreciente, próspera, igualitaria y soberanamente digna.
En ese marco, puntualizo algunos criterios para guiarnos en este nuevo año 2025 (gregoriano) y el 5532 Inkano:
La existencia de prejuicios racializados en el campo político: En estos días, representantes de las élites criollas conservadoras han desacreditado el significado de la descolonización y la despatriarcalización, argumentando que el MAS ha violado la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia en diversas ocasiones. Esto busca imponer en la agenda un “nuevo pacto social”, una frase anacrónica que evidencia la falta de aceptación del “pacto de iguales” alcanzado con la Asamblea Constituyente y el inicio del Proceso Constituyente bajo la denominada Revolución Democrática y Cultural. Aunque este proceso ha sido distorsionado (por quienes lo sabemos), su esencia permanece vigente.
• Reconocimiento de las mayorías: Las mayorías organizadas, con una alta conciencia histórica y dignidad, lograron incluir su ser propio, profundamente democrático comunitarios y diverso, en el territorio fundado como Bolivia. Esta inclusión se concretó con la categoría organizacional de lo “Plurinacional”, propuesto por ellos, que invita a construir un espacio donde la diferencia y la diversidad se conviertan en valores de unidad.
• Representación ética: Aunque las mayorías están mal representadas hoy, deben trabajar en enviar representantes con talla ética y moral, con la capacidad de proponer mecanismos viables para la construcción de la Plurinacionalidad.
• Defensa de la Constitución: Las mayorías deben asumir la defensa de su obra, la Constitución de 2009, como instrumento que garantiza todos sus derechos, incluyendo la Participación y Control Social, el “quinto poder”, aún pendiente de un ejercicio real. Por ejemplo, las elecciones judiciales se han legitimado, pero falta crear mecanismos de preselección eficaces y transparentes.
• Atención a la demagogia: Es vital evitar la naturalización de la demagogia política, que expone al país a mayores divisiones y conflictos. No perder de vista que las y los actuales postulantes a la Presidencia tienen una larga cola de paja en la última treintena de la historia de nuestro país.
• Exigir propuestas viables: Las mayorías deben exigir a todos los Partidos Políticos, Agrupaciones Ciudadanas, Naciones y Pueblos Indígenas Originarias Campesinas y Organizaciones Políticas, a que presenten Planes de Gobierno ajustados a los mandatos constitucionales.
El panorama económico: modelo económico de Bolivia, basado en el extractivismo de hidrocarburos y minerales (particularmente), enfrenta limitaciones en su sostenibilidad. A esto se suma la desaceleración económica global y la necesidad urgente de diversificar la economía para enfrentar los desafíos de la transición energética.
• Desarrollo bajo el Vivir Bien: Es necesario repensar el desarrollo bajo este principio, integrando la economía comunitaria e Indígena Originaria Campesina como ejes fundamentales. Esto implica estudiar para conocer, reconocer los saberes ancestrales, adaptarlas creativamente a la era digital y la inteligencia artificial; y generar políticas que fortalezcan el acceso a recursos en comunidades rurales y en las ciudades.
• Sostenibilidad y equidad: Se deben fomentar cadenas productivas que combinen tecnología con prácticas tradicionales, respetando los equilibrios ecológicos. La equidad e igualdad entre mujeres y hombres también es indispensable para democratizar el acceso a la riqueza y la tierra.
En cuanto al escenario electoral, el 2025 estará marcado por una competencia entre fuerzas políticas que buscan legitimidad (los mismos en los últimos 30 años) en un contexto de polarización, de decadencia debido al fetichismo político, la falta de autocrítica y el alejamiento de liderazgos coherentes con el reto de construir la Plurinacionalidad.
• Reflexiones interculturales: Es crucial promover el diálogo proactivo para superar las divisiones y recuperar la “reserva y autoridad ética y moral”. Esto implica liderazgos basados en principios ancestrales como ama suwa (no seas ladrón), ama llulla (no seas mentiroso), ama qhilla (no seas flojo), ama llunk’u (no seas servil), jayway y junt’achipuna (saber servir a la comunidad), respeten el “muyu” (servicio rotativo y/o corresponsabilidad con la comunidad de la vida), además de fortalecer la inclusión de jóvenes, mujeres e indígenas originarias campesinas en la toma de decisiones.
• Fortalecimiento institucional: Garantizar la transparencia y credibilidad del proceso electoral es fundamental. Esto requiere fortalecer el Órgano Electoral Plurinacional con actores comprometidos con la democracia comunitaria e intercultural.
Finalmente. El bicentenario no debe ser solo una celebración, sino una oportunidad para reflexionar sobre el país que Bolivia quiere ser en el siglo XXI. El principal desafío es consolidar un Estado Plurinacional que trascienda el discurso y se traduzca en igualdad efectiva entre jurisdicciones, géneros y culturas.
El 2025 representa una encrucijada histórica: puede profundizar las divisiones o convertirse en el momento para construir puentes hacia un futuro más justo y sostenible. Este camino exige valentía política, visión estratégica y el compromiso de toda la sociedad boliviana. Si algo ha demostrado la historia reciente, es que Bolivia tiene la capacidad de reinventarse, siempre que respete su pluralidad y dignidad soberana como esencia de su identidad. El Vivir Bien sigue siendo un paradigma y una esperanza para las generaciones venideras, el que hay que entender y construir.