Enero 03, 2025 -H-

“No hay países subdesarrollados, hay países mal administrados”

El hecho que algo empiece bien no tiene en absoluto la garantía de acabar mejor, ya que todo dependerá del proceso, de las acertadas o erróneas decisiones que se tomen, entre su inicio y final. ¡Cuántos ejemplos hay de vidas que comenzaron auspiciosamente pero con el tiempo fracasaron!


Domingo 28 de Noviembre de 2021, 11:30am






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Nunca me cansaré de parafrasear al sabio Salomón, quien hace muchos siglos atrás sentenció que “mejor es el fin del negocio que su principio”, en otras palabras, que lo mejor de algo no es cómo empieza, sino, cómo va a terminar. ¡Cuánta verdad en ello!

Si los políticos, los gobernantes y los ciudadanos de a pie entendiéramos esto, sabríamos que de nada sirve que algo comience bien y acabe mal, ya que si las cosas no se hacen correctamente, entonces, lo que fue una fugaz alegría se podrá convertir en sufrimiento.

El hecho que algo empiece bien no tiene en absoluto la garantía de acabar mejor, ya que todo dependerá del proceso, de las acertadas o erróneas decisiones que se tomen, entre su inicio y final. ¡Cuántos ejemplos hay de vidas que comenzaron auspiciosamente pero con el tiempo fracasaron! Ha pasado igual con prominentes políticos, poderosos gobernantes y, por supuesto, con la gente común.

Lo mismo acontece con los países. Algunos que fueron exitosos en su tiempo, hacen mal las cosas, trastocan su destino y terminan peor que otros que, pese a haber sido menos que ellos en otro tiempo, al conducirse de buena forma, terminan superándolos de lejos. Buenos ejemplos tenemos en los tigres asiáticos (Singapur, Hong Kong, Taiwán y Corea del Sur) y el dragón asiático (República Popular China), que en un tiempo relativamente corto superaron sus limitaciones para pasar a ubicarse en la palestra del mundo desarrollado, vale decir, que de estar mal, hoy están bien, porque llevaron inteligentemente su proceso.

También hay dolorosos cuadros de situación de países que fueron ricos y parte del Primer Mundo, pero por haber hecho mal las cosas, pasaron al Tercer Mundo con un impacto negativo para sus habitantes (mejor no poner ejemplos odiosos).

Lo mismo pasa con las regiones al interior de un país, dependiendo de cómo estas son administradas, de ahí que algunas se desarrollen más que otras; en Bolivia, por ejemplo, está el histórico caso de Potosí, que en su momento de gloria llegó a brillar con luz propia en el mapa mundial, aunque lamentablemente fue languideciendo y apagándose en el tiempo. En contraposición, está el caso de Santa Cruz, cuyo notable progreso en los últimos setenta años, hasta alcanzar los mejores indicadores socioeconómicos, está reseñado en el libro Modelo de Desarrollo Cruceño: Factores y valores que explican su éxito (con cerca de 150.000 descargas vía internet –www.ibce.org.bo).

Si para Potosí la minería significó históricamente un gran aporte a Bolivia, en Santa Cruz, lo es hoy el sector agropecuario.

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