La seguridad de los túneles del tramo carretero El Sillar, construidos en la vía que une Cochabamba con Santa Cruz, es monitoreada las 24 horas desde un centro de control que evalúa permanentemente registros de ventilación, iluminación y cualquier otro tipo de contingencia.
“Además de tener personal permanente, el sistema genera reportes que son enviados a las oficinas de Sinohydro donde hay más personal que controla que todo esté bien en los túneles”, explicó Nino Bejarano, ingeniero de la empresa.
Los túneles 1 y 2, que son los más largos (669 y 1046.3 metros, respectivamente) cuentan con botones de emergencia y vías de escape que pueden ser usadas ante cualquier contingencia. Además, se han instalado sensores automáticos de detección de gases que encienden los ventiladores que evitan la saturación de monóxido de carbono dentro de la estructura.
Otra de las previsiones de seguridad tomadas por los constructores es un grupo electrógeno que funciona a diésel y que se pone en marcha de manera automática cuando por alguna razón se interrumpe el suministro eléctrico de la red. “Esto garantiza que todos los sistemas de seguridad continúen trabajando sin interrupción, sin importar las circunstancias, explicó Bejarano.
El tramo de El Sillar en la carretera entre Cochabamba y Santa Cruz es una carretera de doble vía de 30 kilómetros que atraviesa una zona con terreno inestable, que históricamente ha presentado innumerables desafíos que ahora tienen una solución definitiva. Las obras incluyen cuatro túneles que sumados tienen más de dos kilómetros y medio y atraviesan zonas de alto riesgo geológico.
La doble vía de El Sillar fue entregada provisionalmente a finales del año pasado y se espera una entrega definitiva al Estado Boliviano hasta mediados de la próxima gestión, cuando se hayan realizado las obras complementarias para estabilizar y dar solución definitiva a los tramos críticos afectados por una inusual temporada de lluvias.
La zona de El Sillar no solamente es el lugar por el que atraviesa el corredor logístico más importante de Bolivia, sobre cual diariamente transitan más de 150 mil toneladas de carga entre oriente y occidente, también es una zona propensa a deslizamientos e inundaciones por su inestabilidad geológica.