El síndrome disfórico premenstrual se evidencia los cambios de humor, los malestares y el dolor interfieren en el diario vivir, la convivencia social se vuelve intolerante. La intervención médica y psicológica es necesaria.
La etapa de menstruación de la mujer es un episodio de cambios hormonales que suele afectar, transitoriamente, al estado físico y emocional, a unas más que en otras. Aunque este momento es utilizado para bromas, clichés o burlas por los cambios de carácter, en algunas mujeres es un problema serio que requiere diagnóstico y tratamiento.
Calificado como el síndrome disfórico premenstrual, se caracteriza por variaciones de humor, depresión, irritabilidad, agresividad, fragilidad emocional, comer en exceso, intolerancia, dolor, malestar y otras formas que son discapacitantes, incluso constituyen un riesgo para el bienestar de la persona y la familia.
Este problema requiere una intervención multidisciplinaria, ya que debe evaluar el ginecólogo y, por su lado, un psicólogo, debido a que puede causar una interrupción significativa en el diario vivir y la convivencia social, además de invalidarla por un tercio de su vida, señala Percy Bolaños, psicólogo familiar.
El patrón de los síntomas premenstruales físicos y psicológicos pueden comenzar 10 días antes de la fecha de menstruación y se remiten con la aparición de ésta. Suele afectar de manera grave a un 30% de las mujeres, moderada a un 40% y leve al restante; sin embargo, un 5% de las mujeres es diagnosticada con el síndrome disfórico, indica la ginecóloga, Vanessa Achá Rodríguez.
“Al momento de diagnosticar y sospechar de un posible trastorno disfórico premenstrual, se deben considerar los principales factores de riesgo, que incluyen la historia psiquiátrica, evaluación del estado de ánimo o trastorno de ansiedad, los antecedentes familiares de desregulación del estado de ánimo premenstrual, el estrés, problemas mentales en la familia y la edad de la mujer”, añade Bolaños, quien considera que una situación extrema emocional, causada por el síndrome disfórico, puede llegar a provocar una crisis, incluso ataques nerviosos que incluyen violencia propia o a su entorno.
Las mujeres que hayan sido diagnosticadas o creen identificarse con este problema, deben estar controladas por el ginecólogo, pues algunas pueden necesitar apoyo farmacológico para regular las hormonas y el dolor, insiste Achá, quien además considera que un estilo de vida saludable, cambios nutricionales, ejercicio físico pueden proporcionar beneficios sig-nificativos; mientras que el psicólogo debe manejar el estrés y los síndromes emocionales.
Por otro lado, el psicólogo aconseja utilizar una tabla de ánimo para anticipar los días en que se puede estar en riesgo de empeorar, ya que esta herramienta le dará a la mujer la sensación de control sobre sus síntomas.