En los últimos días, debido a los acontecimientos suscitados en la Plaza Murillo, la sociedad boliviana se enfrentó a un reto inusual para las actuales generaciones. Después de más de 41 años de democracia que ha sido agredida en más de una ocasión, el kilómetro cero se vio ocupado por militares con prácticas retrógradas y que no corresponden a tiempos modernos.
Lo sucedido se tradujo en una situación desafiante que puso a prueba la fortaleza de sus instituciones y la confianza de su población. Sin embargo, en medio de la incertidumbre, el sistema financiero boliviano se erigió como un pilar de estabilidad y resiliencia, demostrando su capacidad para resistir eventos adversos y proteger los ahorros de los ciudadanos.
Muchas personas alertaron irresponsablemente a la población acerca de que las entidades financieras no operarían con normalidad y tampoco tendrían la capacidad para afrontar el retiro masivo de efectivo por parte de la población. De esta manera comenzaba a ocurrir lo que en psicología se denomina “Efecto Bandwagon”, es decir, que las personas adoptan ideas o conductas sólo porque una gran mayoría de personas lo han hecho previamente, a pesar de que estas decisiones choquen contra sus razonamientos o creencias. Largas filas comenzaron a verse en los cajeros automáticos con mayor intensidad en la ciudad de La Paz.
El sistema financiero juega un rol fundamental para mantener la calma y la estabilidad en las expectativas de la población. La rápida respuesta de la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI) y la solvencia de las entidades financieras fueron claves para dar estabilidad y certidumbre a pesar del accionar de una parte de la población, siendo muestra de ello que, pese a que en dos horas se retiró un poco menos de 200 millones de bolivianos, los cajeros automáticos no se quedaron sin efectivo y el sistema financiero en su conjunto demostró su capacidad para absorber el impacto ante la situación de estrés.
Estamos mal acostumbrados a resaltar las malas noticias, los defectos de las instituciones y su gestión, no obstante, es necesario ser conscientes de los puntos fuertes de nuestra economía y el sistema financiero es un ejemplo de ello. La economía, al igual que un ecosistema natural, requiere de un equilibrio armonioso entre sus diversos componentes para prosperar. En este ecosistema económico, cada elemento juega un rol crucial, desde los individuos y empresas que producen y consumen bienes y servicios, hasta las instituciones que regulan el mercado y el gobierno que establece las políticas económicas.
Es natural experimentar miedo e incertidumbre ante situaciones adversas. Sin embargo, cuando estas emociones se traducen en comportamientos impulsivos, pueden tener repercusiones graves en muchas ocasiones. Mantener la calma se trata de actuar de manera proactiva como sociedad, adoptando una actitud resiliente que permita enfrentar los desafíos y superar las adversidades. Ya nos pasó con la tan sonada especulación del precio del tomate, la constante sicosis con el abastecimiento de combustible y ahora con el retiro de dinero del sistema financiero. Bajo esta misma lógica de sensatez, podríamos resolver incluso la problemática de la demanda de divisas, con una visión clara, un trabajo conjunto y una actitud positiva, podemos superar los desafíos y construir un futuro próspero para todos.
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