La Paz, 31 de octubre (Urgentebo.com).- “He visto mujeres que han llegado en camillas y sin poder caminar, y a otras con sus ojos tan hinchados que no los podían abrir”, relata Mariel (nombre ficticio), una de las 17 mujeres víctimas de violencia que se recuperan junto a sus hijos menores en el Albergue Integral para Mujeres Víctimas y sus Dependientes ubicado en la calle Chuquisaca de la zona San Sebastián.
Ella padeció violencia física y psicológica durante 10 años, más de un tercio de su corta existencia. Maltratada a diario por el padre de sus dos hijas y viviendo lejos de sus familiares que radican en Cochabamba, se sentía sola en un túnel sin salida, pero al cumplir 32 años su vida dio un giro de 360 grados.
Mariel y sus dos pequeñas hijas de ocho y 10 años fueron acogidas en el albergue municipal y recibieron atención completa y especializada de parte de un equipo interdisciplinario de psicólogos y dos médicos, uno forense y otro general.
“Lo lindo del albergue es que aquí todas nos apoyamos, somos como una familia, y cuando te toca irte, lloramos porque ¿dónde vamos a encontrar un lugar donde te dan ropa, cinco comidas al día y hasta pañales para tus bebés?”.
La madre está muy agradecida por el apoyo que le brinda la Alcaldía paceña, se siente más tranquila y ya no teme a su agresor. Hasta ahora asistió a varios cursos gratuitos, pasó clases de yoga, aprendió a hacer puffs y a remendar pantalones y lo que más le gustó fue el taller de gastronomía. Ahora sueña con abrir un negocio de repostería y le gustaría pasar clases de defensa personal.
Mariel se levanta a las seis de la mañana, alista a sus pequeñas, desayunan juntas, las lleva al colegio y retorna al albergue para seguir aprendiendo. Pronto le enseñarán a confeccionar adornos navideños. Desde hace dos semanas, Mariel trabaja por las tardes cuidando niños en Alto Obrajes, gracias a las referencias que le dieron en la Secretaría Municipal de Desarrollo Social. Mientras tanto, sus hijas hacen tareas con el apoyo y la motivación de la pedagoga Juana Mamani. “La hija menor aprendió a leer y escribir en el albergue, y la mayor es una de las mejores alumnas del colegio. A mí también me da pena cuando se van porque nos encariñamos con ellas, pero lo lindo es ver como las mamás han progresado”, afirma Mamani.
Durante el primer mes de estadía en el albergue municipal, la hija mayor de Mariel lloraba porque extrañaba su casa y no estaba acostumbrada a comer verduras y alimentos saludables. Según el jefe de la Unidad de Albergues y Casas de Acogida de la Alcaldía, Evert Torrez, algunas mujeres deben replantear sus hábitos y costumbres; “por ejemplo, algunas no quieren que sus bebés duerman en las cunas, pero nosotros les explicamos que (no) es peligroso y poco a poco van cambiando sus actitudes”.
Mariel y otras madres acogidas no necesitan hacer un trámite para obtener la tenencia legal de sus hijos porque durante los cuatro meses de estadía en el albergue los padres no muestran ningún interés y ni siquiera visitan a sus familiares, indica la responsable del centro municipal Blanca Zurita. Las mujeres pueden quedarse en el albergue hasta seis meses, mientras la Defensoría Municipal coadyuva en el proceso de asistencia familiar.
“Ya estoy cuatro meses”, dice Mariel conteniendo las lágrimas, pero recuerda todo lo que aprendió y se tranquiliza: “Aquí me han ayudado muchísimo, antes tenía miedo de perder a mis hijas, pero ahora estoy segura que voy a poder salir adelante con ellas”.