Abril 19, 2024 [G]:

El triunfo de Gabriel Boric y las reacciones en Bolivia

Evo y el MAS confundieron similitud ideológica con obligaciones geopolíticas.


Martes 21 de Diciembre de 2021, 5:15pm






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El triunfo del izquierdista Gabriel Boric en las recientes elecciones presidenciales en Chile provocó en Bolivia reacciones sorprendentes por su coincidencia, a pesar de su dispersa procedencia de derecha o de izquierda.

Para los unos, Boric es ejemplar único y no hay que confundirlo con el MAS, pues aquel buscaría lograr el estado de bienestar basado en el capitalismo, mientras este sería obsecuente con el solo socialismo del siglo XXI. Para los otros, Boric es el internacionalista socialista que supo hacer morder el polvo de la derrota a la reacción derechista. Chile, para estos, será la tumba del neoliberalismo.  Sin embargo, en Bolivia, a pesar de sus diferencias oponentes coinciden en resalta la civilidad de la derecha chilena, pronta a felicitarle y reconocer su derrota. Tendencias antagónicas en nuestro país se estremecen idénticamente reproduciendo las declaraciones de Boric: "Sé que más allá de las diferencias que tenemos, en particular con José Antonio Kast, sabremos construir puentes entre nosotros para que nuestros compatriotas puedan vivir mejor".

Curiosa situación en la que antagonistas aprueban poses que son incapaces de aplicar en su propio terreno. No es rara esta actitud. Nuestras élites, sea de derecha o de izquierda, son siempre frágiles en admirar modelos extranjeros… aunque incapaces en reproducirlos. 

El asunto es más complejo cuando estas reacciones se refieren a un país con el que históricamente se han reproducido manifestaciones de odio amor a lo largo de nuestra historia.

Las élites bolivianas han estado siempre cautivas en su admiración por Chile, y en la ferocidad que luego desencadenan hacia ese país vecino. Y es que en esta relación está de por medio el asunto de nuestro mar y nuestra condición mediterránea. Para ilustrar esta situación no es necesario referirnos a lejanos antecedentes históricos. Observemos solamente dos, relativamente recientes: El año 1975 los dictadores de Bolivia, Hugo Banzer Suarez y el de Chile, Augusto Pinochet se dieron un abrazo en la localidad de Caraña. Prometiendo resolver el enclaustramiento de Bolivia. Esa expectativa terminó en la repetición de un orondo manipulador, encima de un pobre manipulado. La reacción en Bolivia: acrecentar la frustración de nuestra insignificancia diplomática y estructural y realzar nuestro chauvinismo en la reivindicación marítima.

El año 2015 Evo declaró que gestionó en secreto salida al mar con el primer gobierno de Michelle Bachelet. Se habrían realizado, incluso, visitas a la zona por donde los bolivianos accederían al Océano Pacífico. Terminó también en bribonada y desengaño. Evo y el MAS confundieron similitud ideológica con obligaciones geopolíticas.

Ahora, algunos ilusos, creen que con Gabriel Boric, la esperanza de que Bolivia vuelva a tener acceso marítimo, es una posibilidad más real que antes. El 2018 Boric declaró: "Estoy por una salida al mar para Bolivia". El 2021 él mismo aseguró que la “soberanía no se negocia”. Fuera de nuestras fronteras todos son realistas políticos. Al interior de nuestras fronteras, nuestros políticos solo son ingenuos ideologizados.

Mientras no nos demos cuenta que la geopolítica está cimentada en la solidez de una construcción nacional, en la eficacia de sus instituciones y en la estabilidad económica, seguiremos siendo el hazmereír de vecinos y menos vecinos.

Aboquémonos a la construcción de esos requisitos. Construyamos nación. Hagamos viable y funcional nuestro Estado. Solo así –por lo menos− salvaremos incoherencias como las que incurre el actual partido de gobierno: como la de satanizar a los bolivianos de origen croata, buscando (inútilmente, gracias a Dios) despertar antagonismos étnico raciales para saldar arreglos de cuentas políticas, mientras alaba y se inclina ante descendientes de croatas en países vecinos, como en el caso de Gabriel Boric.

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