Abril 20, 2024 [G]:

Estado Laico y aborto: el caso dela niña de 11 años

La concepción que tienen algunos de Estado Laico parece, entonces quimérica y desfasada con la realidad. Lo que nos lleva a considerar por qué es axioma político en nuestros países y por qué su discordancia con la realidad que vivimos.


Lunes 1 de Noviembre de 2021, 9:30am






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La polémica surgida sobre el aborto o no por parte de una niña de 11 años violada por un hombre de 61 años, padre de su padrastro, provocó polémica en las redes, dejando al descubierto aspectos esenciales en nuestra formación social que son, considero, urgentes ahondar y escudriñar aún más.

Según informes de medios, la familia de la niña habría decidido no autorizar el aborto por presiones de la Iglesia Católica, lo que desencadenó una ola de ataques anticlericales de los más floridos: Que los curas no tienen por qué opinar sobre lo que no saben, que primero deberían responder sobre las acusaciones de pedofilia contra miembros de la iglesia, que vivimos en un estado laico y qué tienen que ver los sotanudos al influenciar así a familias… etc.

Me atrae opinar sobre la naturaleza laica de nuestro actual Estado y la noticia que nos conmueve. Como señala una conocida enciclopedia electrónica, “en un sentido laxo un Estado laico es aquel que es neutral en materia de religión por lo que no ejerce apoyo ni oposición explícita o implícita a ninguna organización o confesión religiosa”. ¿Bolivia pierde su calidad de “Estado laico” porque una familia adhiere a los principios de la religión que profesa? ¡Por supuesto que no!

Estaría en entredicho esta naturaleza estatal si la presión de grupos religiosos obligaría modificar políticas públicas. Sin embargo, ¡ello sí sucede, pero no respecto a la iglesia católica! Hay antecedentes de ello, y durante el gobierno del MAS: La presión de las iglesias evangélicas obligó el año 2016 archivar la Ley de Identidad de Género, así como la Ley de unión de convivencia entre parejas del mismo género, de cuatro años antes. Recientemente, la movilización, entre otros, de las iglesias evangélicas hizo archivar al gobierno su proyecto de ley sobre ganancias ilícitas.

El poder de las iglesias evangélicas no se manifiesta solo en Bolivia. Recordemos que nada menos que en Cuba, que además de laica es socialista, la presión de estos grupos hizo naufragar la aprobación en su nueva constitución del llamado “matrimonio igualitario”.

La concepción que tienen algunos de Estado Laico parece, entonces quimérica y desfasada con la realidad. Lo que nos lleva a considerar por qué es axioma político en nuestros países y por qué su discordancia con la realidad que vivimos.

Si la mayoría de nuestra población es creyente –católica, evangélica, pachamamista o lo que sea−, ¿cómo se explica que las élites políticas sean descreídas y “laicas”?

Al parecer, sucede en ese tema lo mismo que en otros espacios. Las élites que nos gobiernan están más ligadas a usos y costumbres del “primer mundo” que a los de la mayoría popular e indígena. El asunto es que cuando reclaman el apoyo político de esas masas no plantean el fondo de su pensamiento, sino que lo disfrazan con un edulcorado y rudimentario populismo. Pero, una vez en el poder, cualquiera que sea su tendencia, salen a relucir sus apegos profundos, mostrándose mayor coherencia entre esas élites sean de derecha o de izquierda, que entre ellas y el pueblo que dicen representar.

Son temas de coincidencia entre las élites de derecha e izquierda el aborto, el ambientalismo, el animalismo, el laicismo, el mariguanismo y otros ismos por el estilo. La discordancia se da cuando se trata de establecer políticas y se encuentra el rechazo de la población. Dilema que terminará cuando surjan, seguramente, élites políticas desde lo profundo de nuestros pueblos mayoritarios.

El drama de la niña de 11 años empujada al aborto por sus dispares y a que cuide la vida de su hijo por sus pares, es ilustrativa al respecto. Las redes están llenas de imprecaciones al respecto, generalmente de personas que no pertenecen al sector social que integra esa niña. Son los pudientes y acomodados, no solamente económica sino sobre todo conceptualmente, que se atreven a hablar sobre lo que no conocen.

El drama de esa niña es manifestación de la miseria material y de anímica, en medio de la que sobrevive una mayoría de la población en Bolivia. No se soluciona adoptando modas que gratifican a una minoría posesionada en nuestro país, sino promoviendo transformaciones profundas y radicales en nuestro orden social y económico… y por supuesto que ello no puede hacerse sin reflejar los valores y creencias de la mayoría de la población en Bolivia.

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