El capitalismo considerado como cosa sin sentido, una generalización mal hecha, que no considere su evolución hasta su conformación, en la actualidad, de un capitalismo monopolista es un vacío. Hay que recordar que la abstracción –la generalización- es útil para las miradas de largo plazo, para tener una visión muy general de los procesos. No se lo puede presentar así, de esa manera. La existencia de un capitalismo general es engañosa. Existen diferentes formas de capitalismo, lo mismo que los manuales de enseñanza de la macroeconomía, que van desde Robert Barro, Jeffrey Sachs hasta Joseph Stiglitz y Olivier Blanchard.
También el capitalismo evolucionó, desde la época de Inglaterra de mitad del siglo XIX hasta un capitalismo, que a decir de Jhon Maynard Keynes, en el siglo XX, el capitalismo ya estaba entrampado en su autodestrucción, hasta llegar a ser considerado, en la actualidad, un capitalismo senil.
Rememorando el corto tiempo de los últimos cincuenta años en la historia económica de nuestro país, tenemos algunos hitos históricos, puntos de inflexión que merecen ser, por lo menos, mencionados para que esa gente desubicada, que busca afanosamente instaurar un capitalismo con una participación mayoritaria del mercado y, en algunos casos, que el mercado sea el punto inicial de un modelo económico, logre comprender que ese no es el camino correcto.
En la década del 70 del siglo XX tuvimos la amarga experiencia de presenciar la instauración de un capitalismo centrado en el mercado, un neoliberalismo, que al final de cuentas fue un saqueo de Bolivia, que despilfarró todo el excedente económico generado en esa década, cuyo resultado fue la crisis de la producción, que junto a otros factores, desembocó en la hiperinflación de mediados de los 80. Años después hubo otro experimento, la instauración del neoliberalismo en el periodo de 1985 hasta el 2005, donde los gobernantes de turno urdieron para rifar las empresas públicas dañando seriamente la sostenibilidad financiera del Estado. A finales del año 2019 se dio también una asonada golpista con la pretensión de restaurar el orden neoliberal con resultados desastrosos para la sociedad y la economía boliviana. Estos ejemplos muestran la aplicación en Bolivia del capitalismo, la economía del mercado, con escasa participación del Estado en la economía, pero con un Estado fuerte para que beneficie a las empresas extranjeras y a las empresas privadas nacionales acostumbradas a vivir a costa del Estado. Como se podrá ver las experiencias de instaurar un capitalismo en su forma neoliberal no funcionaron en Bolivia.
Con el actual modelo económico, en la presente coyuntura es pertinente indicar que tenemos la inflación controlada a pesar del contexto de crisis capitalista y de los precios altos de productos extranjeros y el consecuente efecto de traslado a nuestro país de inflación importada de los países vecinos. Y es una falacia decir, de acuerdo a cierto analista, que exista una inflación galopante y que nuestro dinero se desvanece. Esta es una práctica de los economistas de oposición que desde hace más de un año pregonan la existencia de crisis en la economía boliviana, y que justamente fue su labor la de crear expectativas negativas para incidir en la actitud de la población boliviana a comprar dólares en el sistema financiero y que ahora o están en el mercado especulando o debajo de su colchón y que salió del circuito de la economía. Es resultado de gente aventurera que antepone sus apetitos personales y partidarios al bienestar del conjunto de la población.
En Bolivia el crecimiento del PIB en el año 2023 fue de 3.1%, que muestra que estamos creciendo; asimismo, a abril de 2024 se registró un superávit en la balanza comercial de 4 millones de dólares que a pesar de un contexto exterior desfavorable son señales importantes de recuperación económica, que es alentadora, ante la crisis generalizada del capitalismo senil.
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