La pasada semana, en la ciudad de La Paz, se realizó un inédito encuentro entre el presidente del Paraguay Santiago Peña y 200 empresarios bolivianos de todos los rubros y regiones, cuyo objetivo era promocionar al Paraguay como destino atractivo y seguro para la inversión privada.
En el evento, el mandatario visitante realizó una inspiradora exposición que no versaba sobre geopolítica, ideología ni diplomacia, sino sobre algo tan simple como las buenas condiciones que ofrece su país para quienes decidan llevar allí sus inversiones y negocios. Peña nos recordó a los presentes que la inversión es ante todo una decisión emocional y un acto de fe, guiado por la percepción sobre el futuro; que la determinación de invertir depende de las condiciones que el sector público otorgue a los empresarios; que el sector público y el privado no pueden estar disociados; y que la generación de empleo es la mejor política social.
Antes del Presidente, su ministro de Economía mostró a los asistentes una gran cantidad de cifras que evidencian los avances de la economía paraguaya, las garantías para los inversionistas y las buenas condiciones para atraer recursos extranjeros, entre ellas la baja carga tributaria, facilidades para la importación de maquinarias e insumos, incentivos fiscales, disminución de la burocracia para la apertura de empresas, tarifas de energía industrial accesibles y ventajas tributarias sobre dividendos y salidas de utilidades al exterior.
Desde el inicio de su mandato, el esfuerzo de Santiago Peña para atraer inversión privada ha sido excepcional. En apenas 10 meses de gobierno ya realizó 19 viajes oficiales que lo han llevado a Brasil, Argentina, Estados Unidos, Emiratos Árabes, Taiwan, Chile, España y Bolivia, donde ha sostenido reuniones con empresarios de todos los rubros para persuadirlos de invertir en la nación guaraní.
Con esta política, el joven presidente mostró que tiene muy claro el camino que debe tomar su país para mejorar su economía, aprovechar las oportunidades que se abren en la región y colocar al Paraguay en el centro de atracción de capitales extranjeros. Su primera tarea será revertir los insuficientes resultados que produjeron sus antecesores en captación de Inversión Extranjera Directa, si consideramos por ejemplo que entre 2013 y 2022, según el informe de la CEPAL, apenas logró captar 2.016 millones de dólares de IED, frente a los 36.000 millones de Perú, 18.000 millones de Uruguay o los 86.000 millones de Chile. Un segundo objetivo será insertarse de manera plena en los grandes proyectos de integración regional, aprovechando las ventajas de la hidrovía y el corredor bioceánico, pero sobre todo la debilitada posición de algunos Estados de la región que, a diferencia del país guaraní, reportan indicadores negativos de riesgo país, libertad económica y facilidad para hacer negocios, y tienen menores posibilidades de animar inversiones importantes.
Tras el encuentro, han sido inevitables las repercusiones que tuvo esta presentación en Bolivia. Algunos analistas se concentraron en adelantar una especie de éxodo de capitales nacionales a Asunción, mientras otros aprovecharon para insistir en la demanda de cambios en las políticas económicas que se aplican en nuestro país. Incluso hubo quienes mostraron una sana envidia por las condiciones que tiene el sector privado en la nación vecina.
Quizá el mejor resultado de la visita tiene que ver con la evidencia de que, en países poco desarrollados, con problemas geográficos como la mediterraneidad, o sociales como los niveles de desigualdad y pobreza, es posible y necesario optar por liderazgos que entiendan que la política debe estar al servicio de la economía y que la economía debe estar al servicio de la sociedad; que los gobernantes no están para promover ideologías o revoluciones, ni para ejercer el control del aparto productivo de un país, sino para garantizar las condiciones mínimas de justicia, democracia, seguridad y estabilidad que permitan a los ciudadanos y las empresas a generar riqueza, invertir y crear empleo. Actuar de manera diferente es continuar con la aplicación de modelos que han llevado a los países prósperos a empobrecerse y a países pobres a ser más dependientes, inestables y poco confiables.
Si alguna lección nos trajo Peña fue precisamente la de un gobernante que quiere para su pueblo desarrollo, prosperidad y bienestar, y que pretende lograrlos apoyando a todos los emprendedores que pueden aportar al bienestar de su nación, sin importar su origen, preferencias políticas o tendencias ideológicas. Un ejemplo que ojalá pudiéramos imitar.
///