¿Será que la falta de agua en La Paz y otras regiones de Bolivia es por el cambio climático? Si la respuesta es sí, entonces estamos ante un grave problema, porque nuevas sequías complicarían más las cosas. “Ahora que no hay agua en Occidente, que se den cuenta lo que sufrimos por una sequía de 6 meses en el Oriente, que para ellos no existió; y, que sepan que si no se aprueba la siembra de maíz genéticamente modificado, corremos el riesgo de quedarnos sin agua y sin alimentos”, me dijo un agricultor amigo.
“Por la ignorancia e intereses de las ONG nos estamos envenenando al fumigar hasta 10 veces el maíz para matar los gusanos. A los que amenazan con juicios por sembrar semillas transgénicas que ayudarían a producir más, contaminando menos, habría que culparlos de envenenamiento por el uso indiscriminado de plaguicidas, tanto en dosis como en número de aplicaciones”, acotó.
¿Qué hacer frente al cambio climático?, fue la pregunta que la prensa planteó a quemarropa en La Paz al científico y Doctor en Biología Molecular, Francisco Aragao. La respuesta del Investigador Senior de la prestigiosa entidad pública EMBRAPA-CERNAGEN, me dejó frío: ya que poco se puede hacer para detener el cambio climático, hay que prepararse para contrarrestar su impacto sobre la oferta de alimentos. Aragao aclaró además que no son las urbes quienes más agua consumen, sino la agricultura: un 70%. Si resolver la falta de agua en las ciudades es difícil ¡cuánto más en el campo!
Para el científico brasileño sería recomendable tomar ejemplo de otros gobiernos: producir semillas genéticamente mejoradas para que los cultivos rindan más, con menos agua. Dijo que gracias a tal actitud, Brasil pasó de ser importador a ser exportador de maíz logrando mejorar su rendimiento y un buen precio para el agricultor. Bolivia va al revés. De no cambiar esto hoy, podría implicar mañana un área de siembra incrementada para producir menos; mayores importaciones; alimentos más caros y un posible descontento social.
¿Por qué ahora mismo estamos importando maíz en Bolivia? Porque, pese a que “¡tenemos 77 razas de maíz, más razas que México!” -como machaconamente dicen los entusiastas defensores del gusano cogollero que se come muchas de esas “razas”- en la campaña de invierno se perdieron 182.000 de las 320.000 toneladas de maíz que se esperaba cosechar en el Oriente boliviano. Ahora estamos comprando maíz de quienes sí utilizan semillas resistentes a los gusanos, a las malas hierbas y hasta al stress hídrico…
(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional
Santa Cruz, 7 de diciembre de 2016