Abril 26, 2024 [G]:

Verificación sin verificar

También debemos dudar de los verificadores de noticias, así como esa famosa categoría que inventaron: “engañoso”.


Domingo 11 de Julio de 2021, 3:45pm






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¿Las salas de redacción son aún esos espacios donde el aroma de café se mezclaba con el humo del tabaco para dejar fluir las ideas, investigar, escribir y releer las noticias? Cada vez menos, la tecnología y el contexto de la pandemia han cambiado esos espacios por el buscador de Google, salas de Zoom, mensajes y llamadas de WhatsApp, y rumores que se generan cotidianamente en las redes sociales.

Este nuevo entorno tecnológico del periodismo ha sido (muy bien) aprovechado por los verificadores de noticias, proyectos que surgieron ante la necesidad de encontrar una respuesta-alternativa ante la insostenible desinformación y producción de noticias falsas, además de la infodemia que vino de la mano de la pandemia.

En Bolivia, los verificadores que gozan de cierta popularidad (no credibilidad) son Chequea Bolivia, donde ellos mismos dicen que “detener la desinformación, es una responsabilidad de todos”; mientras que Bolivia Verifica explica que “es un medio digital sin fines de lucro ni tendencia política que tiene como objetivo verificar noticias y el discurso público para luchar contra la desinformación y mejorar la participación democrática”, agregando que son un proyecto de la Fundación para el Periodismo.

Sobre este último punto, para nadie es un secreto que Bolivia Verifica, a través de la Fundación para el Periodismo, cuenta como una de sus principales fuentes de financiamiento a la norteamericana “Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés). Este no es un simple dato, pues puede significar el origen y la causa de una o varias verificaciones tendenciosas, “errores” que tuvieron su pico más alto de desinformación hace pocos días al afirmar que la carta de un militar boliviano donde se revelaba el ingreso de armamento bélico argentino al país era falsa, versión que tuvieron que desmentir y corregir, generando una ola de críticas, incluso más grande que la ola de desinformación que produjeron.

En cualquier verificador de noticias, la objetividad debería ser la bandera del proyecto, pero en Bolivia, tanto Chequea Bolivia como Bolivia Verifica cuentan con una lista de aliados que al menos deben llevarnos a dudar del objetivo que persiguen, pues no cuentan con presencia estatal, presencia de medios de comunicación alternativos y menos presencia de periodistas que puedan generar un equilibrio informativo, lo cual es más alarmente si se trata de definir qué es falso y qué es verdadero.

A esto se suma la decisión de qué verificar y qué no verificar. Con Chequea Bolivia tuve la mala experiencia de recibir una respuesta donde se afirmaba que “no verificaban medios de comunicación”, esto luego de pedir al menos investigar una afirmación que hizo uno de sus medios aliados en Cochabamba. Y en el caso de Bolivia Verifica, para nadie es un secreto que se tiene un “fanatismo” por verificar información gubernamental (principalmente de este Gobierno, no así del anterior), donde su metodología parece muy diferente a la que utilizan cuando se trata de verificar cartas.

Y ahora que la credibilidad de Bolivia Verifica está por los suelos, es momento de dejar varias preguntas sobre la mesa: ¿qué respaldo tienen estas instituciones para definir qué es verdadero y qué es falso?, ¿por qué algunos medios de comunicación citan a estas páginas como fuentes confiables?, ¿cómo se debería construir un verdadero verificador imparcial?

De momento, lo único que logramos verificar es que ya no solo debemos dudar de todos los medios de comunicación, pues también debemos dudar de los verificadores de noticias, así como esa famosa categoría que inventaron: “engañoso”.

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