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De Santa Cruz para Kallutaca, con amor

Confieso que me conmovió ver las caras de cientos de jovencitos ilusionados con un mejor futuro. Los felicité por su esfuerzo y les insté a seguir formándose


Miércoles 16 de Agosto de 2017, 10:00am






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¿Avestruces de más de dos metros viviendo en el Altiplano? ¿Producción de bioabono a base de hoja de coca? ¿Desarrollo genético para la mejora del ganado ovino productor de lana y carne, y ganado bovino para la producción de leche? ¿Vermicultura -cría de gusanitos para hacer abono y fertilizar la tierra naturalmente- a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar? ¡Sí! ¿Dónde? En…¡Kallutaca! (¿?)

Si no lo hubiera visto ni siquiera lo hubiera imaginado, pero éstas fueron algunas de las gratas sorpresas que viví aquel inolvidable jueves 10 de agosto de 2017, cuando tuve la oportunidad de visitar la Sede Académica Kallutaca -dependiente de la combativa Universidad Pública de El Alto (UPEA)- en la Provincia Los Andes, Departamento de La Paz. Estoy seguro que la mayoría de mis lectores -como yo- desconocían la existencia del referido lugar así como del centro universitario de experimentación e investigación que me dejó gratamente sorprendido.

El motivo de mi presencia en aquella parte del país obedeció a un inédito Convenio de Mutua Cooperación que fue suscrito en la indicada fecha entre el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) y la UPEA -con su Área Agrícola, Pecuaria y de Recursos Naturales- ocasión en la cual tuve la oportunidad de visitar los Módulos Productivos de su Estación Experimental, permitiéndome ver una realidad ignorada por muchos: los esfuerzos y avances del Altiplano agroproductivo.

Me fascinó ver, v.gr., la cría de cuys y la creación de líneas genéticas por los propios universitarios en base a la aplicación de los conocimientos adquiridos en las Carreras de Zootecnia y Veterinaria. Fue allí donde vi el ganado de raza y los avestruces mencionados en proceso de aclimatación -apuntando a una alternativa para la producción local- y algo fabuloso: el alimento balanceado para esos animalitos se hace con soya producida en Santa Cruz.

Confieso que me conmovió ver las caras de cientos de jovencitos ilusionados con un mejor futuro. Los felicité por su esfuerzo y les insté a seguir formándose para que -como profesionales o productores- sean protagonistas del combate al flagelo del hambre y la pobreza en Bolivia.

Es de esperar que esta alianza público-privada rinda el fruto esperado: crear sinergias entre la dinámica agroproductiva del Oriente boliviano, con las enormes ganas de hacer una agropecuaria de avanzada en el Occidente del país. Bien por la UPEA, conectada a las necesidades de la gente así como también a la ciencia, la tecnología y el mercado.

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional

Santa Cruz, 16 de agosto de 2017

 

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