Demostrando una ignorancia alarmante, la Cámara de Diputados programó un homenaje al 16 de Julio de 1809 considerando a la fecha el “primer grito libertario en América Latina”. Desde luego, la falsedad provocó la reacción inmediata de Sucre que revirtió las cosas recordando su gesta libertaria del 25 de Mayo de ese año.
Me gustaría decir que Sucre tiene razón. Viví en esa ciudad lo suficiente como para conocer su dolor por el robo de su capitalidad y por eso respaldo esa reivindicación. No obstante, lo que encontré en mis lecturas de historia me obliga a cuestionar lo de “primer grito libertario”.
Para muchos, el “primer grito…” fue el de José Gabriel Condorcanqui que se sublevó en Tinta, hoy Perú, el 4 de noviembre de 1780 y adoptó el nombre de Tupaj Amaru II. Sin embargo, el alzamiento de Tomás Katari es anterior porque se produjo el 12 de agosto de ese año en Macha, Potosí, hoy Bolivia.
La rebelión de Katari tiene, incluso, antecedentes en 1777 pero, si de fechas se trata, es posible encontrar los siguientes alzamientos y acciones de resistencia anteriores tan solo en territorio boliviano: la de Juan Vélez de Córdoba (Oruro, 1739); Alejo Calatayud (Cochabamba, 1730); Juan de Vega y Antonio Gallardo (La Paz, 1661); Alonso Yáñez (Potosí, 1612); las de Gonzalo Luis de Cabrera y Juan Díaz Ortiz (La Plata y Potosí, respectivamente, 1599) y la de Chaki Katari (Cantumarca, Potosí, 1545).
De Santa Cruz no tengo fechas precisas pero los informes que el gobernador intendente de Cochabamba, Francisco Viedma, enviaba al virrey de La Plata, incluso en 1788, daban cuenta que en esas tierras existía un estado de insurrección permanente.
Pero todo esto fue en territorio de Charcas, hoy Bolivia, ya que en el resto de las colonias también se registraba levantamientos periódicos.
El más importante, y el que sí merece llamarse “primer grito libertario”, es el que estalló en Cusco, Perú, el 3 de noviembre de 1536, cuando el hasta entonces gobernante títere de los españoles, Manco Inca, encabeza un alzamiento que toma aquella ciudad y la mantiene sitiada durante casi un año. Este alzamiento no fue una simple acción de resistencia sino el resultado de una compleja estrategia elucubrada por el hermano de Manco, Paullu Inca, y los orejones, los nobles del incario. Utilizaron toda la información disponible en ese momento, como el traslado de naves y tropas españolas, para planificar la rebelión cuyos objetivos eran echar a los españoles, primero, y restaurar el Tawantinsuyu, después.
Las acciones no se limitaron al Cusco sino que abarcaron Lima y la Sierra Central del Perú. El líder principal de los ejércitos del inca fue Kisu Yupanqui quien murió en el asalto a la ciudad de los reyes.
En 1538, las fuerzas indias de la Sierra Central son derrotadas y Manco Inca se repliega con su ejército hasta Vilcabamba donde se establece un territorio libre e independiente que gobierna hasta 1545, cuando lo asesinan los almagristas. Lo suceden hasta tres gobernantes: Sayri Tupac, Titu Cusi Yupanqui y Tupaj Amaru I.
En1572, las tropas del virrey Toledo derrotan a las de Tupac Amaru I quien es condenado a morir decapitado y, de esa manera, se pone fin a un proyecto libertario que duró 36 años. Más de dos siglos después, en 1780, José Gabriel Condorcanqui toma el nombre de aquel que fue, en efecto, el último inca del Tawantinsuyo.
Por el tiempo que demandó su preparación; por sus objetivos y por los años que duró la insurrección, la rebelión de Manco Inca, que estalló en 1536, fue, salvo prueba en contrario, el primer grito libertario de Sudamérica.
(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.