El malogrado viaje del canciller David Choquehuanca a Arica y Antofagasta acarrea consecuencias, no necesariamente en el objeto del viaje —la situación de los camioneros bolivianos en esos puertos—, o en el más extenso de la reivindicación marítima boliviana, sino en el prosaico de la política criolla boliviana.
En realidad, sí ocasionó secuelas para los camioneros bolivianos. El viaje de nuestro canciller, lejos de haber contribuido a mejorar el tratamiento a nuestros transportistas por parte de funcionarios chilenos, los empeoró radicalmente. A las trabas burocráticas en el vecino país, se añade ahora la humillación ex profeso: Las autoridades chilenas decidieron obligar a nuestros camioneros a ducharse al ingresar a territorio de ese país.
Así, David Choquehuanca empeoró la situación que debía alivianar. Sucede lo mismo respecto al tema marítimo. El cálculo de las autoridades era, de toda evidencia, convertir el viaje de Choquehuanca en acontecimiento que motive simpatía hacia la indigenitud del canciller y así orientar la opinión pública hacia la solidaridad con la causa marítima boliviana. El resultado parece haber sido lo contrario.
En ese esquema se entiende que el gobierno haya “respirado con alivio” al constatar los desplantes y humillaciones hacia nuestro canciller. Antes de iniciar ese viaje, provocadora o chambonamente se lo tituló de “inspección”. El canciller de Chile, Heraldo Muñoz, indicó que si el canciller boliviano llegara a ir, sería como turista, pues «no admitimos ningún tipo de inspección de autoridad extranjera alguna en nuestro territorio».
Prestamente, el presidente Evo Morales en su cuenta Twitter indicaba: «Canciller chileno dice que si canciller boliviano David Choquehuanca visita #Chile ‘llegará en condición de turista’... esta es la prueba más contundente del neocolonialismo racista que gobierna #Chile y que no reconoce a un Canciller Indígena». El escenario estaba servido. Si “humillaciones” tendría que sufrir en ese viaje nuestro canciller, se debería al neocolonialismo chileno y a la condición de indio de David Choquehuanca.
¡Y vaya que fue escarnecido David Choquehuanca, y con él, el amor propio de todos los bolivianos, sin que el cálculo de beneficio político con que contaba el gobierno se hiciese realidad! La identidad indígena ya es salvoconducto para hacer digerir la ineptitud como identidad indígena. Fue inexistente el revuelo que se esperaba cause el “racismo” chileno. La estratagema de los «500 años de opresión» es cada vez menos soportada en cualquier ambiente que se trate. En lugar de motivar simpatía, como era común hace años atrás, provoca empalago y hasta repulsa.
En realidad, el gobierno del MAS ha quitado significado a símbolos y discursos indígenas y ha banalizado a sus portadores. Por otro lado, los sinsabores de nuestro canciller no fueron amortiguados por ninguna «diplomacia de los pueblos», como seguramente el gobierno lo esperaba.
El fiasco del viaje del canciller se lo quiere presentar como éxito, para ello se hace jugar el concepto de «dignidad», como si fuese digno, por ejemplo, que una autoridad espere seis horas ser recibido. El uso distorsionado del concepto de dignidad mimetiza en realidad la impotencia para encarar y enfrentar adecuadamente lo real.
Un efecto del viaje de Choquehuanca, quizás indeseado, es que se lo interpreta ahora como el inicio —malogrado— de su campaña como candidato presidencial en las próximas elecciones nacionales. Algo seguramente impensado por Evo y por otros miembros de su gobierno. ¿Es solo una excusa para justificar de alguna manera la frustración del “viaje de inspección” de David Choquehuanca?
En un contexto en el que aún está vigente la posibilidad de que de una u otra forma Evo Morales concretice su deseo de presentarse a la reelección, asentado en la convicción de muchos en sentido de que no puede haber posibilidad de éxito del MAS sin la dirección del actual presidente, las interpretaciones sobre el cariz de campaña electoral del viaje de Choquehuanca pueden ser tanto una provocación, como el síntoma de que algo se está cocinando en los fogones del actual poder en Bolivia.
* Pedro Portugal Mollinedo es director de Pukara y analista de temas indígenas en Bolivia.