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Sanear la tierra, entre restauración colonial y revolución plurinacional


Jueves 13 de Abril de 2017, 1:00pm






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La historia de la propiedad agraria en la Bolivia del siglo XXI tiene que ver con el horizonte colonial del siglo XVI. El mismo dilema de fondo: Tierras para el indio o tierras para el rico. Esa es la cuestión…

En efecto, las revisitas coloniales y el modelo de control tributario y demográfico que ello significaba, encubría -en el fondo-, un negocio de la corona española para resolver déficits monetarios en periodos de guerra con sus vecinos, Portugal, e Inglaterra, particularmente.

Este modelo de asignación de tierras procuraba recaudar dinero, bajo una forma encubierta para que los indios “paguen tributos” al mismo tiempo que comprar su propiedad “una y otra vez”.

Dicho de otra forma, la corona española impulsó las visita del año 1574 realizada por Francisco de Toledo, y luego las revisitas de 1683 por el Virrey Duque de La Palata, 1771 por Antonio Zorrilla, 1787 por Pedro del Cerro Somiano, cerrándose este ciclo con la famosa revisita de 1804-1807, que se da años antes de la guerra de la independencia y que configuraría el modelo agrarista de la independencia misma.

Si vemos con atención la distancia entre revisita y revisita, éstas tienen un espacio de al menos cien años en promedio, salvo aquella realizada a inicios del siglo XIX que coincide con el periodo de la guerra de la Corona de España contra las Inglaterra y Portugal, y que -para la futura nación española-, abriría el periodo para la Constitución de Cádiz de 1812 y la Bolivia de 1825.

Es decir que los años 1574, 1683, 1771, 1787 y 1804-1807 constituyen para la memoria larga de las comunidades originarias, el tiempo donde los abuelos “compraron” de la Corona de España derechos de propiedad sobre terrenos que ellos mismos y sus ascendientes ocuparon desde antes de la llegada de los españoles.

“Compraron y recompraron, una y otra vez”. La Corona de España había descubierto en las revisitas una mina de oro. Los indios ponían el oro, ellos los bolsillos… como dice Eduardo Galeano: “Los españoles tenían la vaca, pero otros tomaban la leche”

El periodo republicano no fue en nada generoso, la estructura colonial de las revisitas mantuvo sus características.

Melgarejo en 1866 y Tomas Frías en 1876 son la expresión adelantada del saqueo a los bolsillos de los indios con fines de tributación para las arcas del Estado, pero tuvo que ser la revisita de 1881 la que mostró con meridiana claridad, el desprecio del Estado oligárquico colonial hacia lo más nacional que tiene el país, los indios.

La guerra federal de 1899 fue el momento donde se concentran política y militarmente las demandas indígenas de reconocimiento al derecho propietario adquirido a la Corona de España en al menos cinco veces entre los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX

Pablo Zarate Willca es por ello un modelo de análisis sobre los porqués de  la resistencia indígena a las políticas de despojo del criollaje en el poder. Su alianza con José Manuel Pando, constituye el clivaje de la autoridad indígena proveniente de una Caciqueza de sangre como lo era Doña Carmen Guarachi (nobleza indígena de Sica Sica) a la sazón esposa del militar Pando. Cabe recordar que Pablo Zarate era Jilakata de Imilla Imilla (perteneciente a la provincia de Sica Sica) a tiempo de iniciarse la guerra federal.

Estos datos históricos muestran con mucho, una sociedad republicana donde el orden colonial persistía de formas complejas a la vez que bastante combinada con el uso instrumental de los indígenas y su poder de desplazamiento político y militar.

La política agraria del siglo XX no será muy distinta, salvo tres momentos de susto en el criollaje, la Constitución Política de German Busch 1938, el Congreso Indigenal de 1945 y la Ley de Reforma Agraria del 53. Pero “fueron sustos y nada más”.

El mercado agrario en base al saqueo de tierras de comunidad inaugurado en 1574 permaneció incólume y en formas cada vez más idiotas, hasta que llegó el MIR al poder (1989)

A tres años de ejercicio el propio MIR tuvo que intervenir el Consejo Nacional de Reforma Agraria en noviembre de 1992 por un caso de corrupción gigantesco, Edhim Céspedes (Ministro de Educación) en ese tiempo se adjudicó con tramites totalmente irregulares, nada menos que la friolera cantidad de “500.000 hectaritas” como este corrupto solía anunciar orgulloso de su hazaña criminal.

Mientras el minifundio se acentuaba día a día en las generaciones posteriores al 52, este ministro de educación, se hacía latifundista de la noche a la mañana, el mismo Jaime Paz tuvo que ordenar la intervención de un mercado de tierras favorable a los latifundistas que al igual que fines del siglo XIX expandían la hacienda para mercado negro y no para producción, ampliaban el latifundio para préstamos bancarios y nada para producción.

La creación del Servicio Nacional de Reforma Agraria en 1996, inaugura un nuevo tiempo marcado por dos escenarios.

Por un lado los pobres del campo, pidiendo reversión y expropiación de tierras además de titulación mediante las Tierras Comunitarias de Origen, y por el otro para los señores de la tierra, reinaugurar un nuevo mercado de tierras como continuidad de 1574.

Si ese es el escenario inicial, con la llegada de Evo Morales a la presidencia, se abre un campo político, donde los puntos planteados en los debates de la Ley INRA vuelven a la mesa, tierras para el indio, o tierras para el rico.

La Asamblea Constituyente cerró de un tajo el debate: “tierra para el que la trabaja”

Desde 1996 hasta hoy 2017, se han dado dos “alargues de oxígeno” para “cerrar” el proceso de saneamiento y eso, como se ha decidido en la ley no va para más, o se cierra o se cierra no hay punto medio para otro alargue. De no realizarse el cierre, el MAS habría fracasado en su política agraria y eso no solo es inadmisible, sería un acto de traición al proceso de cambio y a los pobres del campo.

Ese es el hecho por el cual estamos viviendo el proceso más intenso de las políticas agrarias que se dieron desde la llegada misma de los españoles allá por 1533, pero es un tiempo intenso en acción revolucionaria.

Así que dicho en forma resumida se puede afirmar que de la estructura de la propiedad agraria se desprende si nuestra revolución fue un éxito o un fracaso.

De la estructura de la propiedad agraria veremos si el saneamiento de tierras fue revolucionario o fue desvirtuado por el orden colonial.

En todo caso, el saneamiento -en su cierre- nos dirá, dónde? a quién? y cuánto? vamos a revertir o expropiar, y con estos datos redistribuir la tierra.

Somos un país que ha llegado al insostenible “metrofundio” por un lado y por el otro ha generado un mercado de tierras “oscuro” que debe investigarse entre 1996 y 2005 (neoliberalismo), luego desde 2006 hasta 2017 (Estado Plurinacional)

En los éxitos y los fracasos del programa de la reconducción comunitaria se desprenderá la política post 19 de octubre en el proceso de saneamiento.

Por ello el debate no es solo técnico, jurídico y administrativo, sino esencialmente político.

La tierra es de quien la trabaja, no de quien la acumula irregularmente para enriquecimiento ilícito.

La descolonización de las políticas agrarias, constituye –en última instancia-  la base de la producción agraria, la base de la vida misma

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