Enero 25, 2025 -H-

¿Un monumento para Amparo Carvajal?


Viernes 21 de Julio de 2023, 9:00pm






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Amparo Carvajal es la mujer que a sus 84 años de edad y luego de más 50 días de vigilia, acapara las noticias y comentarios respecto a los Derechos Humanos en Bolivia. El asunto es simple es sus acontecimientos, pero complejo en cuanto a significados. Es una pugna entre dos grupos, cada uno reclamando ser el verdadero representante de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia, APDHB. En ese conflicto, una facción (dirigida por Édgar Salazar) ocupó las oficinas de la APDHB. Amparo Carvajal, que dirige el sector contestado, buscó ingresar a las oficinas y al no ser permitida por fuerzas de la policía, logró escalar la azotea del edificio e instalarse allí “hasta las últimas consecuencias”.

Pugnas como esta son comunes en Bolivia. Generalmente, asociaciones, confederaciones, juntas, consejos y agrupaciones anexas tienen vida y legitimidad de acuerdo a su sintonía con el gobierno de turno. Es la norma, en cuanto esas organizaciones representan las “bases sociales”, es decir, cuando están constituidas por personas de los sectores populares de Bolivia. Los conflictos de representatividad que se dan al interior de esas agrupaciones están siempre determinados por la mejor aproximación de los contendientes hacia el poder. Rara vez por discrepancias ideológicas o de pura administración interna. En esa pugna, el simbolismo de la “sede” (la oficina o el edificio que es asiento de la labor institucional) es importante: Quien ocupa la “sede” es quien realmente manda. De ahí la tónica de los conflictos que episódicamente surgen en las Juntas Vecinales, sindicatos, etc.

El asunto cambia cuando intervienen otros factores, ajenos a la rutina de las organizaciones populares. Es el caso de las ONG o de asociaciones y organizaciones en vinculación con estas o con agencias internacionales. En efecto, a partir de los años 70 empezaron a surgir ONG de “acción social”, que al canalizar recursos financieros del extranjero lograron articular con las organizaciones populares a través de la dependencia de éstas hacia esos recursos. Ello hizo que la mecánica social específica en Bolivia adquiriera discursos y formas que no procedían de las propias bases, sino de los grupos de financiamiento con quienes se vinculaban. Además de las ONG, surgieron organismos como la APDHB con la misma lógica y mecanismos de funcionamiento de las ONG.

El año 1971 Carvajal llegó a Bolivia de su España natal como misionera de la orden mercedaria y rápidamente se integró a esta lógica. La iglesia (no solamente su rama progresista) jugó ese entonces un importante papel político. En 1976 fue fundada la APDHB por el sacerdote Gregorio Iriarte, con la activa colaboración de Carvajal. Esta Asociación reemplazaba la Comisión Episcopal de Justicia y Paz (que dejó de existir por decisión de la Iglesia Católica) y que jugó un papel importante en el derrumbe de la dictadura del general Hugo Banzer. La APDHB jugará igual rol para la caída de las posteriores dictaduras militares en Bolivia.

Vienen aquí los asuntos complejos en cuanto a significados. El acceso del Evo Morales al gobierno fue consecuencia de la actividad muchas veces directa de ONG, de instituciones de la Iglesia Católica y de asociaciones como la APDHB. Sin embargo, ahora la criatura busca matar a sus creadores. Ya antes el gobierno del MAS encarrilló a las ONG y anuló su influencia en el medio indígena. Ahora parece haber llegado el turno de la APDHB, a través del grupo disidente encabezado por Édgar Salazar. Ese asunto no es, sin embargo, tan fácil de resolver como una pugna en Bolivia entre Juntas de Vecinos, por la trascendencia internacional que tienen los Derechos Humanos. El gobierno haría bien en retirar su interferencia en el asunto, si es que la hubo y si no, evitar toda actitud que pueda ser interpretada en ese sentido.

Pero hay, además, otras aristas sobre las que conviene reflexionar. La actitud extrema de Amparo Carvajal complace a los opositores al régimen, quienes así desahogan sus inquinas, sobre todo en declaraciones y por las redes, y para nada mediante presencia solidaria en el lugar de los acontecimientos. La consideran una heroína y hay quienes piensan ya en erigirle un monumento. Hace poco la clase media se deshizo en halagos hacia un francés, Alexis Dessard, porque instruía a los bolivianos recoger basura que contaminaba y afeaba espacios públicos. La Cámara de Diputados le entregó un reconocimiento por sus campañas de limpieza en Uyuni; el lago Uru Uru, el río Rocha… ¡y, por lo mismo, la misma Policía Boliviana lo condecoró!

¿Será que ciertos sectores de los bolivianos, hasta ahora empoderados, tienen la sumisión y dependencia hacia lo y los extranjeros sumido en lo más profundo de su comportamiento? ¿Qué pasará cuando ya no haya más voluntarios extranjeros para enseñarnos limpiar nuestros espacios y exmisioneras para defender nuestros Derechos Humanos?

Pedro Portugal es historiador.

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