Marzo 09, 2025 -H-

Borrachos


Domingo 9 de Marzo de 2025, 8:30am






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El carnaval del Bicentenario ha pasado con saldos trágicos, cómicos y hasta inexplicables como los muchos muertos y heridos en los accidentes, la pérdida de un ejemplar de una tesis de grado en Comadres o el dedo sin dueño encontrado en una gradería en Oruro que luego fue recuperado para ser enterrado; todo esto al calor del alcohol que nunca falta en nuestro país y que abunda particularmente en carnaval. “El diablo está contento, muchas cosas malas han pasado”, diría mi abuela, una anciana arisca y odiadora de toda diversión y hasta de la sonrisa.

Yo soy abstemia, nunca he estado ebria y ni siquiera consumo alcohol para brindar, este estilo de vida me ha aislado mucho de la sociedad pues aquí por lo general las amistades y hasta los amores se forjan con unos traguitos de por medio, a esto le llaman “compartir”, y es muy bonito porque cuando cuentan que se emborracharon dicen “hemos compartido”; aparte, el no beber ha hecho que se me confunda con alguien puritano, moralista o religioso pues en nuestro país son los evangélicos y los pocos musulmanes que tenemos los abstemios. Pero no es mi caso, me gusta el exceso tanto como a cualquiera, pero no de alcohol sino de otras cosas que otro día les cuento.

Últimamente, el ser abstemia me ha hecho elegible como candidata a vicepresidente de Chi, quien ha expresado que no quiere un “borracho carnavalero” para armar su dupla y debemos de ser pocos calificables porque a fin de cuentas este país mayoritariamente católico, respeta la idea de excederse en todo sentido antes de entrar a las privaciones de la cuaresma, aunque ya no veo a muchos que ayunen o hagan penitencia. Alguien me dirá que “la vida moderna es de ayuno y penitencia constante” y creo que podría tener razón.

Pero al punto, dice que los bolivianos tenemos una especie de descontrol con el alcohol y parece que es verdad; un argentino se ha hecho popular al expresar su asombro ante la relación que tenemos en este país con el alcohol. El beber hasta borrarse suele ser cosa común en nuestro país, pero además bebemos de modo irresponsable; vamos, que no es el único país donde eso pasa, en Estados Unidos hay preocupación por cómo los jóvenes universitarios en las fraternidades generan accidentes por el exceso de alcohol en sus bautizos y actividades, pero es un segmento específico: universitarios que es la etapa de la vida de la gente cuando más bebe.

También se puede contrastar que por ejemplo Hungría tiene uno de los índices más altos de consumo de alcohol: 13 litros al año de consumo per cápita mientras que Bolivia tiene únicamente 3,5 litros al año per cápita, entonces el problema no es la cantidad, no es que los bolivianos siempre estemos bebiendo, sino que bebemos mucho en poco tiempo y lo hacemos sin pensar mucho en que nos toca conducir un bus por una carretera peligrosa o de regreso a casa cuando se sabe que hay que trabajar al día siguiente. Y sí, la irresponsabilidad es una característica del boliviano, no al 100% pero sí en la mayoría: vean a nuestras autoridades y sus decisiones, las toman como si no hubiera un mañana.

Es posible que también bebamos porque somos una sociedad autoritaria y reprimida. Dicen que los collas lo somos más, y que por eso beben, pero yo creo que somos así en todo el país, y no pasa por ser tímidos o reservados sino porque nos preocupamos mucho de cómo nos ven los demás. Basamos nuestro comportamiento en el qué dirán y soportamos el peso de lidiar con nuestro traumas, problemas económicos, sociales, familiares y otros bebiendo hasta más no poder. Ojo, que con eso no quiero decir que todo el que bebe tiene problemas, sino más bien que los problemas te hacen querer beber hasta borrarte, o hasta borrar los problemas de tu mente (aunque sea temporalmente).

De todos modos, beber no es mal visto en Bolivia, muchas altas autoridades han sido encontrados “compartiendo” y de hecho una de ellas fue sancionada haciendo 2.000 adobes; cuando lo hizo por cuarta vez ya no hubo adobe que lo salvara. Algunos culpan a los españoles por traer esas malas costumbres al puro y pío pueblo del “Abya Yala”, pero lo cierto es que aquí mismo, antes de los españoles la chicha corría como río y de hecho uno de los héroes panandinos, Pariacaca, llegó al poder porque organizó una fiesta que duró un mes y donde hubo muertos de tanto beber y comer.

Y ojo también a los que dicen que cada vez estamos más borrachos. De hecho ya Bartolomé Arzáns de Orzúa y Vela relataba los carnavales en la Villa Imperial como trágicos y excesivos, y si echamos un vistazo a los legajos de las cortes superiores de distrito, siempre, pero siempre en carnavales se encuentran casos de agresiones, riñas y peleas y curiosamente, durante los primeros años de la república, se registraron muertes de muchos sacerdotes debido a que intentaban detener los desmanes cometidos en los días del aval carnal.

Con esta columna no pretendo más que dar mi opinión y reflexionar, no doy la solución a nuestro problema con el alcohol, pero pienso seguir siendo q’ayma. Espero que nadie se enoje ni se ofenda ni me declare persona non grata y sí, me queda claro que quien se emborracha es con su plata (excepto algunos funcionarios), pero si provocamos desastres y accidentes, ya no es plata de lo que vamos a hablar.

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