Pasaron las fiestas del carnaval, días y noches de intensidad: fiestas, celebraciones, comparsas, fraternidades, bailes, cotillones; festejos en cada departamento, a su estilo; cada ciudad, población, zona, barrio. No importa la casta social, Bolivia celebra esos días de carnestolendas con mucho entusiasmo; algunos más que otros. Por la crisis en el país, también hay muchos que se quedan en sus casas a descansar y esperar la reanudación de las actividades ordinarias.
Desde los momentos previos a la fiesta, como las ahora adoptadas noches de compadres y comadres, con orígenes en Tarija y Cochabamba; el país en pleno vive el desenfreno, como una antesala a las fiestas de: viernes, sábado, domingo, lunes y martes de ch’alla. Cada región del país respeta sus tradiciones y sus festejos son siempre muy singulares, con mucha diversión.
Por supuesto que las danzas que identifican a la entrada de Oruro durante toda la jornada del sábado y madrugada de domingo, es lo verdaderamente representativo de toda esta fiesta. La exuberancia, el colorido y el ritmo de las bandas de música, identifican a quienes se preparan con meses de anticipación para hacer su peregrinaje, bailando la danza de su predilección y por la que además le hacen una promesa a la Virgen del Socavón, procurando su bendición, como fieles devotos, que ve todo esto más allá de las simples ganas de bailar y pasarla bien.
Cómo será de difícil acceder a formar parte de una fraternidad artística, que no todos logran hacerlo. Otros sienten el privilegio de lograrlo durante muchos años. Para ello, es necesario gastar importantes cifras de dinero, pues nada es gratis, más al contrario y parafraseando alguna canción que a ritmo de morenada dice: “Si quieres bailar morenada, tienes que tener platita”. Hay mucha gente que trabaja incansablemente todo un año para darse el gusto de bailar en la entrada del carnaval.
Cómo no quisiéramos muchos, sobre todo, en el occidente del país, se tenga la misma pasión para hacer deporte; no importa la disciplina, pero que se practique y se invierta de la misma manera y además se le dedique el mismo tiempo, compromiso y responsabilidad. Seguro estoy que no tendríamos instituciones deportivas quebradas, clubes en crisis financiera y equipos de fútbol a punto de desaparecer.
Tan cierto es esto, que seguro el histórico San José de Oruro seguiría siendo el gran equipo minero, tan querido, fuerte y representativo como en sus mejores años. En días más, este derroche de algarabía y festejo, se trasladará a la ciudad de Cochabamba para el famoso Corso de Corsos. Una entrada ya tradicional que cierra con broche de oro el tan largo carnaval.
Si tan solo Wilstermann que se debate entre la vida y la muerte, por una aguda crisis económica, encontrara el mismo respaldo financiero de las fraternidades que bailan en la ciudad del valle, contando con el respaldo masivo de la población que sigue afanosamente el transitar de cada danza, banda de música y el derroche de: cultura folklórica, mujeres hermosas, alegría de danzarines y acompañamiento de quienes disfrutan en graderías el recorrido; el cuadro Aviador no estaría pasando las penurias que hoy lo tienen a mal traer.
Con un estilo diferente, conservando su manera de ser, su acento y forma de pasar estos días y noches, el pueblo cruceño también se toma el tiempo, preparación e identifica su personalidad alegre y carnavalera para vivir a su modo y respetando su tradición estas fiestas. Seguro que el gasto es también muy importante. Imaginemos por un momento que de la misma manera se respalde a las instituciones deportivas y los clubes de fútbol que son la identidad misma de Santa Cruz; hoy no tendríamos a Oriente en crisis profunda. Blooming estaría en mejores condiciones para encarar el año deportivo, al igual que otros equipos cruceños.
La crítica pasa también por aspectos negativos de orden social como el alto consumo de alcohol sobre todo en los jóvenes y adolescentes, como producto de la venta inescrupulosa de bebidas espirituosas en licorerías y tiendas de barrio y, en muchos casos por la falta de control de los padres de familia. Encaminando el texto a esta columna de opinión, reflexionar sobre tener una guía de prelación, donde radique en el joven hacer deporte.
Estos días no tuvimos fútbol en el país. No se jugaron partidos del torneo amistoso de verano; los cotejos programados de semifinales recién volverán a disputarse hoy. Bolivia sigue siendo el único país donde no se juega. Países vecinos tan carnavaleros como Brasil, tuvieron fútbol; la actividad no varía, todo sigue su curso.
Aquí en Bolivia, cualquier pretexto sirve para que no se jueguen los partidos y es cuando la morenada, le gana al fútbol.
///