Una encuesta de Equipos Mori sobre el mejor presidente de Bolivia, difundida por el Ministerio de Comunicación, ha provocado una polémica en las redes sociales que se explica por la característica de esas consultas: cuestión de gustos.
El Diccionario de la Real Academia Española define una encuesta como un “conjunto de preguntas tipificadas dirigidas a una muestra representativa de grupos sociales, para averiguar estados de opinión o conocer otras cuestiones que les afectan” así que, generalmente, las respuestas reflejan situaciones subjetivas o estados de ánimo de las personas consultadas.
El valor de una encuesta no solo se mide por el tamaño de la muestra sino también por los grupos sociales a las que está dirigida. Una encuesta electoral, por ejemplo, se dirige a toda la población votante que en Bolivia son los mayores de 18 años. Como todos tienen derecho a votar, no se hace mayores distinciones.
Pero existen encuestas que, por sus características, solo se puede hacer en ciertos grupos sociales. Si la pregunta principal es “¿cuál es el mejor edificio de la ciudad?”, todos pueden ser consultados pero sus respuestas no son igualmente válidas ya que el ciudadano común opinará según su criterio pero los urbanistas, arquitectos, ingenieros y albañiles responderán de manera cualificada.
Si al ciudadano común se le pregunta quién es, a su juicio, el mejor presidente de Bolivia, este responderá según sus gustos o memoria inmediata así que no abarcará un periodo significativo de tiempo. Si, en cambio, se le hace la misma pregunta a un historiador, un profesor de Historia o un cientista social, las respuestas serán válidas porque seguramente abarcarán todo el periodo republicano.
Bolivia tuvo 65 presidentes y deben ser muy pocos los ciudadanos comunes que los conozcan a todos. La mayoría cree, como un ejemplo de su poca ilustración, que el tercer presidente fue Andrés de Santa Cruz cuando en realidad fue el sexto. Entre Sucre y Santa Cruz estuvieron José María Pérez de Urdininea, José Miguel de Velasco y Pedro Blanco pero este es un dato muy poco conocido.
Existieron presidentes prácticamente desconocidos como Sebastián Ágreda, Felipe Segundo Guzmán o Tomás Monje. La mayoría de la población boliviana no los conoce y, a decir verdad, no tiene por qué hacerlo ya que esa es obligación de quienes se dedican al estudio de la Historia.
Pero, al igual que en el caso del mejor edificio u otros que necesitan respuestas cualificadas, también entre los especialistas pesan mucho las valoraciones, cuestiones subjetivas y, en definitiva, los gustos sobre los que no hay nada escrito. Así, existen historiadores como Carlos Mesa que le dan más valor a Andrés de Santa Cruz que a Bolívar y Sucre. Muchos de sus colegas podrán estar en desacuerdo pero, si se lee las razones del expresidente, se encontrará que tienen bastante peso. A mí, que no soy historiador pero debo estudiar Historia en atención a mi trabajo periodístico, no me gusta el mariscal de Zepita y también tengo mis razones. Jodido como soy, también les encuentro peros a Bolívar y Sucre y, en cambio, valoro mucho la honestidad de José María Linares. Cuestión de gustos.
Por ello, una encuesta sobre el mejor presidente de Bolivia solo tendría valor si estuviera dirigida a personas que tienen conocimientos sobre la Historia de nuestro país. Como todo indica que se hizo en un universo general, entre ciudadanos comunes, no hay que darle demasiada importancia a la que fue difundida por el Ministerio de Comunicación.
(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.