Miguel, amigo mexicano, me propuso separarnos del grupo e ir a caminar por los barrios que no sean Providencia y las Condes, entonces tomamos el metro de Santiago y sin dirección fuimos sin rumbo hasta que decidimos bajar y caminar.
Buscábamos comprobar la teoría de que Santiago y Chile era mucho más que esas calles inglesas de arquitectura europea y de personas de andar neurótico, como escena de película de gran metrópoli.
Justo en una esquina, visualicé una wiphala colgada en una ventana, al acercarnos divisé un café que resultó ser además biblioteca y anticuario. Lo atendía una persona de unos 50 años que muy amable nos hizo pasar, pedimos un café y emocionados por ver la bandera esperamos escuchar historias de Allende, de los grafitis en la rivera de río y la rebeldía del pueblo chileno.
Sin embargo, escuchamos la teoría de la espuma, que consiste en pensar que la riqueza es como la espuma de un vaso de cerveza, que, por su fuerza, en algún momento se desbordará y caerá en la mesa (los pobres), es así nos dijo, entonces solo debían esperar tener paciencia para dejar de ser pobres. Más de 10 años después, una fuerte corriente social marca los destinos del nuevo Chile.
En un marco de analogía, algún opinador económico y boliviano que vive en los “yunaites”, nos describe que Bill Gates y su fortuna es esa espuma de cerveza (desigualdad económica) que debería favorecer al crecimiento del mercado y por suma mejorar la desigualdad económica, salvo por la actitud distributiva y muy social del expresidente Donald Trump cuando inyectó 484.000 millones de dólares en 2020 destinado a las pequeñas empresas y hospitales, para hacer frente al COVID-19.
Los registros económicos muestran una deuda pública de 30 billones de dólares, déficit fiscal en negativo, muy delicado en largo plazo, con tasas de inflación en continuo ascenso, encarecimiento del precio del dinero y problemas de distribución que aún persisten, alza de costes laborales, el país es Estados Unidos, no es Bolivia.
Un amigo que reside ahí, recibió de la nada 2 mil dólares, en dos ocasiones, para gastar “o sea” recibió lo que sería en Bolivia su bono Juancito Pinto, esto va en acorde a los 6 billones de presupuesto y una fuerte alza de impuestos a los ricos, en Estados Unidos, acá lo llamarían redistribución y lo criticaría.
En suma, a nuestro opinador le dedico: “Como le dicen por ahí Josecito, no tienes calle, por eso tiene' los nudillo' blandito'; “Aunque cambie de color, yo siempre sé por dónde viene” (gracias Residente), no puedes mascar pobreza o de desigualdad económica, si alguna vez no comiste tierra.
Sólo los pobres o los que pasamos por la pobreza, podemos decir si es cuestión de superación, de un proyecto personal o de alguien nos comparta su riqueza. La mirada reduccionista y alejada de lo que sucede en Bolivia no vuelve.
Mientras tanto esto lo hago pa´ divertirme.
Carlos Camargo Ticona es comunicador social