“…La hoja sagrada se ha impuesto a Estados Unidos; coca (de) por vida está garantizada, pijcheo para todo el mundo”, escribió eufórico en su cuenta de tuiter Evo Morales tras promulgar el 8 de marzo la nueva ley general del milenario arbusto, materia prima de la cocaína.
La nueva ley aumenta de 20.000 a 22.000 las hectáreas en las que puede sembrarse legalmente la coca. Morales preside desde hace más de 2 décadas las 6 federaciones de productores de coca del Chapare, en el trópico de Cochabamba. Ahí empezó su carrera política alentado por Fidel y Raúl Castro, y financiado por el sátrapa venezolano Hugo Chávez.
Expertos en la materia señalan que para el consumo tradicional entre los indígenas principalmente aymaras son suficientes unas 6.000 hectáreas, pero como los sindicatos de cocaleros se hicieron fuertes, varios gobiernos cedieron a sus pretensiones de aumentar los cultivos paulatinamente para evitar luctuosos hechos.
Los mismos expertos señalan que la producción del Chapare se desvía íntegramente al narcotráfico porque no sirve para el consumo tradicional ya sea en el pijcheo (masticado) o en los populares mates de coca que no tienen nada de ilegal porque ciertamente “coca no es cocaína”, como proclamaba el ex presidente Jaime Paz Zamora.
Gran parte de las 14.300 hectáreas que se producen en los Yungas de La Paz, zona subtropical, también es desviada al narcotráfico. No es novedad que se descubran cargamentos de coca con destino al Chapare. ¿O es que alguien podría decir que no abastece para el consumo tradicional en la región las 7.700 hectáreas chapareñas?
Los subalternos de Morales aseguran que el aumento se debe a que más bolivianos consumen coca. Falso. Primero, porque no hay estudios que lo respalden y, segundo, porque mientras más el campesinado pasa a vivir en las ciudades, menor es el consumo. No necesita demostración, pero descendientes de indígenas hasta se avergüenzan de masticar coca.
“¿Pijcheo para todo el mundo?” Tengo mis dudas. La comunidad internacional ha expresado su inquietud y representantes de la ONU y de la Comunidad Europea, convocaron a ministros de Morales para hacerles conocer su “preocupación” por el aumento, lo que llevara a “reformular sus programas de cooperación” financiera para frenar la coca excedentaria que en forma de cocaína llega a buena parte del mundo.
Morales también dijo: “La hoja sagrada se ha impuesto a Estados Unidos”, el país que más lucha contra el narcotráfico. Realmente es difícil saber a qué se refería el líder cocalero. Quizás esa fue la instrucción que le dieron en su reciente viaje a Cuba so pretexto de tratarse de un mal a la garganta.
En las últimas semanas, Morales se esfuerza por lanzar denuestos contra el nuevo gobierno estadounidense. Pareciera que le ordenaron ser el caballito de batalla de los “socialistas del siglo XXI”, mientras se muestran cautelosos y hasta mudos contra Donald Trump, los otros locuaces antimperialistas, Castro, Daniel Ortega, Rafael Correa y especialmente Nicolás Maduro.
¿No es altamente sospechoso que a menos de 48 horas de su regreso de La Habana Morales convoque a una “Conferencia Mundial de los Pueblos por un mundo sin Muros hacia la ciudadanía universal”? Ya sabemos quién quiere un muro en su frontera sur. Lo llamativo es que el convocante olvida que desde hace un par de años exige visas a turistas de Estados Unidos e Israel y hace poco funcionarios suyos sellaban pasaportes de turistas argentinos advirtiéndoles que su visa “no sirve para trabajar en Bolivia”.
(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.