El creciente uso de aplicaciones y redes sociales ha popularizado el empleo de filtros de belleza generados por inteligencia artificial (IA) en nuestras fotografías y videos. Estas herramientas, que prometen mejorar nuestra apariencia y brindarnos una imagen "perfecta", han generado un debate entre los expertos y la sociedad, sobre las consecuencias negativas que pueden generar en la salud mental de las personas.
Detrás de un filtro, la piel se ve más lisa y sin imperfecciones, la nariz se afina, los ojos pueden cambiar de color, las pestañas más largas, y los labios y pómulos adquieren un mayor volumen. Es ahí donde el “yo real” y el “yo digital” llegan a marcar una diferencia, en ocasiones, excesiva.
Por ejemplo, meses atrás, un nuevo filtro de belleza en la famosa red social TikTok, Bold Glamour, se popularizó al grado en el que millones de personas alrededor del mundo empezaron a utilizarlo. A simple vista, se trata de un simple filtro de belleza, como el que tienen muchas apps; es capaz de eliminar arrugas e imperfecciones, aplicar maquillaje y variar la forma de algunas partes como la mandíbula o la nariz.
Sin embargo, en contraste con otros filtros, la imagen final resulta sumamente realista, al punto de sorprender a expertos en la creación de este tipo de aplicaciones. De hecho, más que simplemente aplicar un filtro, la aplicación parece recrear un rostro completamente nuevo y superponerlo con precisión sobre el nuestro, siguiendo nuestros movimientos a la perfección.
Para Álvaro Gutiérrez, psicólogo, al interior de la mente de las personas que hacen de su uso una regla, existe una distorsión que, probablemente en la mayoría de los casos, les hace percibir a su autoimagen como insuficiente para ellos mismos. Esto se debe, principalmente, a la percepción de la autoimagen y al sistema individual de creencias. A partir de esto, las personas desarrollan determinados comportamientos.
“Por ejemplo, yo tengo una creencia, una percepción muy negativa acerca de mí mismo o insuficiente para los estándares culturales, sociales, entonces me siento menos y recurro a utilizar filtros, inteligencia artificial, mejora de fotos, etcétera, para mostrar algo que no soy y que quisiera llegar a ser”.
Las observaciones de psicólogos y expertos en salud mental hacen énfasis en los impactos negativos que puede generar el excesivo uso de filtros de belleza a nivel de autoestima, imagen corporal y bienestar emocional.
Estas herramientas digitales pueden verse divertidas mientras su utilización se enmarca en un momento de distracción o entretenimiento, sin embargo, el uso excesivo de estos puede provocar complejos, inseguridades y ser el inicio de algún trastorno.
FILTROS DE BELLEZA VS. SALUD MENTAL
Los filtros de belleza pueden crear una percepción distorsionada y poco realista de la realidad de cómo se ve una persona. Esto puede llevar a una comparación constante con imágenes idealizadas y una sensación de insatisfacción con la propia apariencia, lo que puede afectar negativamente la autoestima.
Estas herramientas promueven estándares de belleza poco realistas y perfeccionados digitalmente. Esto puede generar presión social y cultural para cumplir con estos, lo que a su vez puede aumentar la ansiedad, el estrés y la insatisfacción personal.
El uso frecuente de éstos puede afectar la percepción de la propia imagen corporal, contribuyendo a sentimientos de disconformidad y preocupación por la apariencia física. Esto puede desencadenar trastornos de la alimentación, como la dismorfia corporal y la anorexia, así como problemas de autoestima y depresión.
Algunas personas pueden desarrollar una dependencia emocional y psicológica de los filtros de belleza, sintiendo la necesidad de usarlos constantemente para sentirse aceptadas y valoradas. Esto puede conducir a una adicción a la validación en línea y una disminución de la confianza y la autoaceptación sin el uso de filtros.
“No hay una buena auto regulación de las emociones porque usualmente me dejo llevar por lo que siento o por lo que me dicen los demás, eso me da rabia, entonces recurro a esto para verme mejor, para mostrar que, lo que me han dicho, no me lástima”, asegura el también docente de la carrera de Psicología en Unifranz El Alto.
En general, la recomendación de los profesionales en Psicología es la de fomentar una imagen corporal positiva, promover la aceptación de la diversidad y educar sobre los efectos potenciales de los filtros de belleza en la salud mental. El apoyo terapéutico y la educación sobre habilidades para afrontar este tipo de estándares marcados por la sociedad también se consideran herramientas útiles para abordar los efectos negativos del uso excesivo de estos filtros.
“En todo aspecto, la terapia está recomendada. Cualquier comportamiento que, de alguna forma, salga de la normalidad y produzca daño o que está empezando a producir daño a nivel familiar, a nivel individual, a nivel social ya requeriría terapia o incluso una valoración psiquiátrica, dependiendo de la gravedad del problema (…) la recomendación que generalmente doy es de acudir al psicólogo al menos una o dos veces al año, mejor si es una cada 3 meses, para ver cómo estamos a nivel afectivo, emocional, cognitivo o conductual.
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