Enero 25, 2025 -H-

Una campaña pésima

Lastimosamente en 4 partidos, la Selección boliviana no ha mostrado nada, solo una enferma involución que la perjudica en todo sentido. La caída vertiginosa en un hoyo sombrío que denota un mal trabajo a todo nivel.


Miércoles 18 de Octubre de 2023, 9:00am






-

El Divino Creador, se apiadó anoche de los bolivianos cuando el árbitro uruguayo Gustavo Tejera, marcó el centro de la cancha, finalizando las acciones del partido que marca la cuarta derrota consecutiva de nuestra Selección, en el marco de las clasificatorias a la Copa del Mundo 2026, la peor campaña internacional en la historia de nuestro balompié.

Ya qué se puede decir a estas alturas de lo que le pasa a La Verde, si durante este tiempo lo venimos repitiendo día a día, partido tras partido. 4 cotejos, 4 derrotas, 11 goles en contra, 2 a favor, 0 puntos. Una verdadera vergüenza internacional, en la que, de una u otra manera, el país queda mal. Usted se preguntará: ¿por qué? Sencillamente porque el fútbol hoy es universal y el aficionado de este planeta en mayor o menor medida sabe quién es quién. Bolivia hoy es el peor de Sudamérica, futbolísticamente hablando, sin chance alguna para avizorar una mejora mediática en lo que resta del campeonato.

Lastimosamente en 4 partidos, la Selección boliviana no ha mostrado nada, solo una enferma involución que la perjudica en todo sentido. La caída vertiginosa en un hoyo sombrío que denota un mal trabajo a todo nivel.

Lo que llama fuertemente la atención es que el fútbol en el mundo hoy genera mucho dinero, por ende, Bolivia, también ha mejorado su presupuesto y economía; hoy le permite tener jugadores bien pagados, movimientos comerciales acordes a un estado financiero estable, siempre con la premisa de incrementar, pero nunca a mermar. Solventar un entrenador de renombre y éste a su vez un cuerpo de profesionales capacitados para realizar un trabajo multidisciplinario que se encarga de dirigir técnicamente al equipo.

Sin embargo, esto es fútbol y este deporte es plenamente resultadista; si se sumaran los resultados de a 3 unidades por partido, todos estaríamos contentos y más que satisfechos por la labor en ejercicio. Más la realidad es completamente diferente; Bolivia, con la Selección, muestra la peor cara del trabajo con la producción más pobre del torneo. Peor aún cuando no se ve un camino llano para una mejora que al menos nos haga ver el futuro con cierta esperanza. Todo lo contrario, cada partido nos hundimos más.

Lo peor de todo es que a lo largo de estos 4 encuentros que ha disputado la Selección en eliminatoria, ninguno de los actores ha tenido el valor de salir ante los medios y hacer mea culpa, a excepción del técnico Gustavo Costas cuando caímos frente a la Argentina 0–3 en La Paz. Luego, silencio total. Jamás escuchamos un autoanálisis por parte de los jugadores, del presidente de la FBF o alguno de los dirigentes haciendo una crítica a una Selección inoperante.

Y es que después de la paralización sin sentido del campeonato de la División Profesional durante 40 días, para luego volver sin solucionar ninguno de los problemas por los cuales se había detenido la actividad, la dirigencia de la Federación Boliviana de Fútbol quedó mal parada y sin poder reclamar algo a un equipo nacional que encogía los hombros en señal de conformismo, pues no tenían la culpa del perjuicio que significaba el detener un certamen en pleno desarrollo.

Hoy no sabemos qué irá a pasar con el equipo de todos. El panorama es totalmente obscuro e incierto, porque además nadie dice nada. Estamos llegando al final de la gestión 2023 con una poco menos que paupérrima participación de nuestra Selección en una difícil eliminatoria. Nadie sale al frente para decir esta boca es mía y plantear alguna estrategia de solución. Si bien los problemas en el fútbol boliviano son de fondo y forma, algo se tendría que hacer para no quedar en la vergüenza más grande de nuestro fútbol.

Todos los equipos del continente han sumado puntos, algunos más, otros menos. Muchos han mejorado y otros muestran grandes falencias sobre todo por cambios generacionales en sus jugadores. Unos sorprenden por sus victorias, otros llaman la atención por sus derrotas, Unos van por buen camino, otros muestran preocupación por resultados negativos.

En Bolivia, la cosa es diferente. Nadie tiene argumentos para justificar y buscar una solución que saque a la Selección del fondo, sitio que, por cierto, ya lo ha tocado hace mucho tiempo y que no tiene cómo siquiera levantarse, ponerse de pie y tratar de trepar, mejorar en lo organizativo, mostrar una recuperación en lo deportivo para meterla nuevamente en competencia.

El fútbol boliviano no tiene, de momento, solución. La Selección es un cadáver que yace en un pozo, con un tremendo golpe que la ha dejado sin rostro por impactar en el piso, sin clemencia, ni atenuantes, esperando la ayuda de algunos que tardan en aparecer, porque los futbolistas bolivianos, ganan tan bien en el torneo local, que no necesitan sumar aspiraciones en su vida como mostrarse internacionalmente a través de la Selección y mejorar en todo sentido. Los dirigentes no tienen ideas de cómo mejorar. Todos se resignan a tragarse el sabor del mal momento y caer en el abismo de la mediocridad inexplicable.

¿Quién paga todo eso? El aficionado boliviano, que a estas alturas mira impotente a una Selección última en la tabla de la eliminatoria, ratificando una campaña pésima y triste.

//

 

.