Rio de Janeiro, 29 de julio (Agencias).- El viernes 5 de agosto, el estadio de Maracaná de Río de Janeiro será el centro del mundo: a las 20 horas arrancará ante los ojos de cientos de millones de telespectadores la ceremonia de apertura de los primeros Juegos Olímpicos que se celebran en Sudamérica.
La recta final hacia el inicio del acontecimiento deportivo más importante del planeta es hasta ahora una carrera de obstáculos: los problemas más graves hicieron su aparición a principios de esta semana en la Villa Olímpica, que ya está llena de atletas.
La delegación australiana encontró sus apartamentos en mal estado y el comité organizador tuvo que contratar de urgencia a 600 electricistas y fontaneros para dejar los alojamientos de los atletas a punto. Los deportistas volvieron un día después.
Hasta este viernes ya duermen en la Villa Olímpica de Barra de Tijuca, muy cerca del parque olímpico, 3.578 personas de 151 países, incluyendo a 1.229 atletas, según el comité Río 2016.
Las escenas de los atletas llegando en cuentagotas al Aeropuerto Internacional de Galeão ya forman parte del día a día de la ciudad —Usain Bolt, uno de los más esperados, ya está entrenando en Río— y ayudan a insuflar algo de "espíritu olímpico" a los brasileños, poco entusiasmados con estos juegos.
La crisis económica que atraviesa Brasil y en especial Río de Janeiro, que se declaró en bancarrota, no ayuda a crear un clima festivo. Ahora bien, las protestas no lograron gran adhesión, pero la sensación de apatía es mayor.
Mientras la ciudad ultima los detalles la antorcha olímpica sigue su recorrido por Brasil y está cada vez más cerca de Río.
Este viernes recorrerá la ciudad de Petrópolis, enclavada en la sierra de Río que fue escogida por la familia real portuguesa para construir su palacio de verano.
Se espera que el paso de la llama olímpica por esta región sea algo más apacible que su etapa en Angra dos Reis, donde las protestas de manifestantes contrarios a la celebración de los Juegos obligaron a suspender parte del trayecto e incluso llegaron a apagar la llama por unos instantes.
Al margen de estos incidentes en Río de Janeiro se vive una calma tensa, propiciada por la presencia de los 85.000 agentes de la Policía y el Ejército que ya patrullan las calles.
La máxima preocupación en materia de seguridad es, a día de hoy, la posibilidad de un ataque terrorista.
La Policía Federal detuvo este miércoles a las afueras de Río de Janeiro un sospechoso de tener vínculos con el terrorismo y la semana pasada fueron una decena los detenidos por presuntos lazos con el Estado Islámico.
Al margen del miedo a un posible atentado durante los Juegos la buena noticia para las autoridades organizadores es que las instalaciones olímpicas están terminadas, tan solo se están dando los últimos retoques al estadio de volei playa que se ha construido sobre la arena de la playa de Copacabana.
La única gran obra pendiente de inauguración es la nueva línea 4 del metro, que comunicará el barrio de Ipanema con el de Barra de Tijuca, donde está situado el principal parque olímpico y la Villa de los atletas.
Los nuevos 14 kilómetros de suburbano, que han costado más de 3.000 millones de dólares y estarán listos in extremis, después de que el Gobierno central inyectara varios préstamos de urgencia serán inaugurados este sábado por el presidente interino de Brasil, Michel Temer.