Bolivia es parte fragmentada del sur continental Tawantinsuyu, habitada originalmente por centenares de identidades y culturas propias, conocidas bajo el genérico denominativo de civilización Inka, donde el idioma oficial o común era el quechua. Hoy, además del castellano, se reconocen 36 idiomas oficiales para una comunicación intercultural.
Las naciones y pueblos que se resistieron a la desaparición buscaron su libertad mediante incontables luchas, gestando la independencia territorial con el sacrificio de muchas vidas en diferentes ejércitos. Ejemplo admirable de esta resistencia es el Ejército de Harapientos y las Amazonas lideradas por Juana Azurduy de Padilla.
Sin embargo, la libertad por la que habían luchado Juana y los "indios" quedó desplazada e invisibilizada. Bolivia nació con un carácter segregador, racista, colonial y patriarcal, perpetuando la explotación de la mayoría indígena en favor de minorías dominantes. A pesar de 18 modificaciones constitucionales, las reformas nunca alcanzaron para transformar las condiciones de pobreza y marginación.
Con el despertar de la resistencia en el Sur continental, se denunció la invasión como un acto de despojo y no de descubrimiento. En 1990, los pueblos desde las Tierras Bajas de Bolivia impulsaron la demanda de una Asamblea Constituyente con participación directa de las mayorías para establecer nuevas reglas de convivencia y un modelo alternativo a la crisis multidimensional del sistema moderno, que la colonia nos había heredado. Este impulso, fue respaldado y garantizado por el Pacto de Unidad, desde propuestas Constitucionales preconstituyentes y consensos durante la Asamblea, aprobación en referéndum con el 61%, hasta la puesta en vigencia un día como hoy.
Fue esta búsqueda de libertad, dignidad y justicia la que logró la instalación de una Asamblea Constituyente, donde las Naciones y Pueblos Indígenas Originarios Campesinos aportaron profundidad histórica y significado para construir la bolivianidad. Sin embargo, la negación de las identidades milenarias sigue vigente, promovida por sectores que insisten en la "superioridad" del modelo republicano y la descalificación del Estado Plurinacional.
Hoy, a 16 años de la promulgación de la Constitución Política del Estado (CPE), su potencial transformador sigue sin consolidarse. Si bien ha significado un avance al reconocer la diversidad cultural e incorporar nuevos derechos y obligaciones, su aplicación ha sido limitada por la falta de voluntad política y el abandono de su impulso original.
El Estado Plurinacional, al reconocer el Vivir Bien (Suma Qamaña - Allin Kawsay) como paradigma de convivencia, propone un modelo de justicia social con arraigo comunitario que requiere de la práctica de principios y valores ético morales. Sin embargo, persisten desafíos como la consolidación de autonomías indígenas, la democratización de la comunicación, la lucha contra la violencia patriarcal y una lucha eficaz contra la corrupción = robo al pueblo boliviano.
Desde una perspectiva despatriarcal, las mujeres indígenas originarias campesinas continúan enfrentando barreras estructurales para ejercer plenamente sus derechos. La violencia política y la exclusión de sus demandas en el debate público reflejan cómo el patriarcado persiste en el Estado y la sociedad.
El Estado Plurinacional de Bolivia sigue siendo un proyecto en disputa. La descolonización y la despatriarcalización no son procesos automáticos, sino luchas que requieren acción política y compromiso popular para materializar sus principios. La CPE sentó las bases para un Estado más incluyente y justo, pero su consolidación dependerá de la voluntad colectiva de defender y profundizar sus postulados. En el escenario electoral y bicentenarial, debe ser la base y parámetro para exigir programas de gobierno, coherentes con los mandatos Constitucionales del Estado Plurinacional de Bolivia.
Por todo lo expuesto y en homenaje a quienes lucharon por un nuevo pacto social o pacto de iguales, exhorto a que la bolivianidad profunda despierte y asuma con firmeza la tarea de construir un destino próspero para nuestra casa común, Bolivia. Avanzar efectivamente hacia el horizonte del Vivir Bien exige dejar atrás la auto-infravaloración, la negación y la incomprensión. Es imprescindible conocer a profundidad la Constitución y las dimensiones de la Plurinacionalidad, pues solo desde el conocimiento podremos defender y fortalecer este proyecto. Que nadie ose atribuir fracasos a las mayorías, y menos aún desde la falacia y la ignorancia.
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