Febrero 10, 2025 -H-

Los dueños de la franquicia Milei en Bolivia


Domingo 9 de Febrero de 2025, 9:00pm






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Que los sectores de derecha en Bolivia no hayan construido en dos décadas de gobierno del Proceso de Cambio ningún modelo propio, de Estado y desarrollo, no excluye que hoy el ruido que provocan esté resonando con mayor estridencia de lo que la deshilachada palabrería de la dirigencia de lo social popular puede decirles a los bolivianos.

Al retazo de izquierda dirigencial que queda ya no le alcanza el discurso sociológico con el que llegó al poder. La derecha, sin ideas y sin interés por la sociedad entiende, mejor, que la política del momento tiene más de psicología que de sociología. La explicación psicopolítica propone adueñarse de la “psicología de los descontentos”. Actualmente, la caja negra de la política es la molestia social por la crisis económica, las formas políticas de la dirigencia del MAS, el impenitente negacionismo gubernamental y su cansina palabrería de una lucha por los pobres que los pobres no sienten.

A falta de una visión integral, sintonizada históricamente con el tiempo del ocaso del ciclo social y popular, los sectores conservadores han adquirido a precio módico la franquicia mileista. La sobreactuación decorada de mala palabrería intenta asociar a sus exponentes con una postura de no concesiones y determinación con los elementos del descontento. El facilismo económico y las fantasías ideológicas los lleva a expresar que las libertades están amenazadas, que hay un cerco sobre la propiedad privada y que los derechos progresivos de los últimos años, son en realidad, el núcleo del mal momento económico.

La licencia mileista incluye un recetario que ya fue distribuido por toda la Argentina en los años y meses previos a la victoria electoral de Javier Milei. Está compuesta de las dosis necesarias de histrionismo y de un cúmulo permanente de posverdades. Como diseñador mayor de la franquicia, las aseveraciones falsas de Milei fueron habituales. En diciembre de 2023 dijo durante una entrevista: “Estamos al borde de una explosión social. Cuando vos tomás los indicadores sociales de la economía argentina, son peores que los que teníamos en 2001, o sea que en el plano social estamos muy complicados”. El portal Chequeado decía al respecto: “Esto es falso. Estadísticas oficiales y alternativas y especialistas consultados coinciden en que los hoy indicadores sociales surgidos de la crisis de diciembre de 2001 fueron peores que los registrados en la actualidad.” Después dijo que “la Argentina arrancó el siglo XX siendo el país más rico del mundo y hoy está en el puesto 140 al tipo de cambio paralelo”, esto también fue verificado de falso. El mismo portal señala: “la base Maddison, única serie histórica con datos anteriores a 1900, establece que la Argentina pasó del puesto 13 al 30 desde el inicio de siglo hasta 2018 (último dato disponible) sobre un total de 45 países. Es decir que la Argentina registró una caída de 17 puestos y no de 140… si se tiene en cuenta la base ampliada (dado que actualmente cuenta con datos de 169 países), la Argentina se ubica en el puesto 64, también lejos de lo señalado por el exdiputado nacional. Tampoco se observa una caída de tal magnitud si se miran los datos del Banco Mundial”. La sobreabundante cantidad de afirmaciones falsas llevó a que en el año 2021 obtuviera la mención poco honrosa de Chequeado al “falso del año”. La frase que lo llevó a obtener esta no-distinción fue el afirmar que el calentamiento global es una mentira”.

La gestualidad exagerada de Javier Milei ya es ensayada por más de un precandidato del conservadurismo boliviano. Unos y otros utilizan una retórica apasionada, desbordada por improperios y alusiones agresivas/improbadas/inventadas, con tonalidades elevadas y fuertemente confrontativas. Las provocaciones, la polémica y el desprecio por determinados actores, formas políticas, instituciones y modelos económicos suelen estar asociados negativamente a hechos reprochables, siendo degradados cotidianamente. Las posverdades en ellos ya son frecuentes.

Los dueños de la franquicia hablan, con expresión sobreactuada, retórica maledicente, narrativas polarizantes y posverdades emocionales de: “nuestro país enfrenta la amenaza de que un narco poder cocalero se eternice en el poder”; “mi propuesta son cien días carajo”; “no hay seguridad jurídica, se farrearon 60 mil millones de dólares”; "no voy a permitir más el bloqueo en este país y si se tiene que usar la fuerza para hacerlo, se lo hará"; “si hoy estamos donde estamos es gracias al MAS y a la tibieza de los opositores. Ellos nos jodieron y no lo resolverán".

Danzando en el borde del precipicio por una crisis económica in/gobernada la derecha argumenta con terminología progresista aún cuando su conducta refleja la obcecación de siempre. Hablan de libertad y hasta arriesgan algún concepto de igualdad y de pueblo. Los libertarios intentan, quieren y avanzan sobre las referencias ideológicas e históricas del progresismo militante, colocando en su léxico “temas de izquierda” que los orientan en su servicio. Hablan de “orden”, “mérito”, “reducción de impuestos” y también de “unidad nacional” y de “crecimiento económico con los recursos naturales”, pero son ahistóricos y se distraen cuando alguien les recuerda que, como pensó Ernesto Laclau, “hay democracia siempre que actores que habían sido excluidos de la esfera pública comienzan a ser actores reales”.

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