El estudio “Biocombustibles Sostenibles en Bolivia” publicado por IBCE y CAINCO (2008) dio cuenta que todos los Departamentos del país tienen sus propias vocaciones para producir bioetanol y biodiésel, y poder avanzar a su soberanía energética. La cuantía de producción dependería del tamaño del mercado a atender (interno y/o externo), de la inversión a realizar (grande o pequeña) y las garantías que Bolivia ofrezca para tal efecto.
Una docena de profesionales en el campo energético, socioeconómico, ambiental y legal, y 15 foros con la sociedad civil realizados en todo el país para aportar información técnica que rompa con los “mitos urbanos”, como la dicotomía alimentos vs. biocombustibles, sustanciaron el contenido del trabajo.
El estudio demostró cómo la producción de bioetanol y biodiésel, además de ayudar a prevenir una crisis energética en Bolivia, podría generar decenas de miles de empleos e ingresos en toda la cadena de valor; contribuir a mejorar la calidad del aire por las menores emisiones contaminantes y, lo impensable: recuperar tierras degradadas y producir más alimentos en el país.
La posibilidad de generar biodiésel a base de materias no comestibles, v.gr., podría implicar la utilización de tierras áridas o semiáridas, pero también, el aprovechamiento del inexplotado y enorme potencial en cuanto a palmeras naturales y sus frutos, con claros beneficios en el campo. El ahorro para Bolivia por la sustitución de importación de diésel sería de 500 millones de dólares/año. Por su parte, el bioetanol sería posible de obtener a partir de la caña de azúcar, pero también de otras materias para su uso como aditivo a fin de mejorar el octanaje del combustible nacional. El potencial ahorro por la sustitución de importación de gasolina y aditivos sería de 200 millones de dólares/año.
Por ello cabe felicitar que Bolivia haya entrado en la era de los biocombustibles con la firma del Memorándum entre el Ministerio de Hidrocarburos y la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz (8.3.18) por los benéficos efectos para la economía y el medioambiente, siendo que su balance energético es favorable para la naturaleza frente al de los combustibles fósiles que al quemarse solo aportan calor, humo, contaminación y fuga de divisas.
Producir biocombustibles económicamente viables, ambientalmente sostenibles y socialmente responsables -así como más y mejores alimentos al mismo tiempo- es posible. Para ello, Bolivia debe entrar en la era de la biotecnología, también…
(*) Economista y Magíster en Comercio Exterior
Santa Cruz, 14 de marzo de 2018