Noviembre 30, 2024 -H-

Modelo Valverde

Con el “puesto a buen recaudo” de Carlos Valverde se confirma esta tesis,  de haber sustancia periodística “seria” podría él haber enfrentado a cualquier jurado, especialmente de imprenta, pero como no la hay, es preferible seguir especulando, quizás ya no desde los medios, sino en las redes sociales, siendo lo importante saber reconocer a tiempo a los “valverdes” del periodismo boliviano.


Lunes 30 de Mayo de 2016, 11:30am






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¿Hay muchos Valverdes en nuestro país? La respuesta tristemente es positiva. Luego de las malas lecciones periodísticas que este sujeto mediático protagonizara este año, podemos concluir que Valverde practica todo, menos periodismo, tanto que podemos empezar a trabajar el concepto del “Modelo Valverde” en el ejercicio periodístico basado exclusivamente en un nuevo formato investigativo: el “dice”.

Si, desde ahora, será prácticamente una obligación calificar como un “valverdismo” cualquier especulación mediática, que más allá de la construcción de una opinión en base a medias verdades (una mínima parte cierta y el resto considerablemente falsa) intente dar el salto al espacio informativo autocalificándose de periodismo investigativo.  Mientras se halle en el espacio de la opinión puede que tenga alguna opción para sortear alguna de las reglas básicas de un trabajo periodístico serio, por ser básicamente una tesis generada en base a la deducción por acumulación de varios elementos que construyen una posición, pero si es presentada como una “investigación”, estamos en problemas.

Existen en el universo mediático nacional muchos “Valverdes”, más de los que quisiéramos, porque en apariencia es sencillo hablar, opinar en televisión, si asumimos que el informar tiene reglas más rigurosas, el abrir la boca y emitir un criterio al respecto de algo, es en teoría más sencillo. El problema es la preparación, cuando se habla sin conocimiento, sin formación, si capacidad de análisis o un sentido común mínimo, Carlos Valverde suele añadirle a todas estas ausencias formativas, los insultos, malas palabras como para darle el énfasis adecuado a su  opinión antes que la profundidad rigurosa que toda emisión de criterio al aire exige.  Pero quizás hay algo más en el “Modelo Valverde”, que cunde como plaga en el falso enciclopedismo mediático, la visión conservadora, colonial de la vida, desde la que se construye la opinión en un rango moral y cursi, que no responde a las necesidades opininativas de la sociedad, sino que refuerza su carácter arcaico y hasta primitivo. 

Los Valverdes en Bolivia están por todos lados, en las teles, radios y hasta en los periódicos, buscan hacer tendencia y apelan a trucos periodísticos para fingir hacer periodismo democrático y participativo, por ejemplo pueden leer una nota en la que insultan a x o z persona, pero como citan fuente, tienen el derecho para reproducir el insulto las veces que quieran, volviendo a insultar a esa persona, si cambiamos el insulto y colocamos en su lugar una teoría, posición política que no refleja la realidad lo hacen de la misma manera, mucho más si se trata de una supuesta información generada en base a una especulación, a una mentira o a la recepción de pruebas mal habidas.

En el caso de Carlos Valverde, luego de haber emitido la información sobre Gabriela Zapata, el niño y la empresa CAMC, para los otros “valverdes”, se convirtió en fuente, no importando para nada cómo obtuvo dicha información, si la procesó correctamente, si contrastó la fuente, si actuó con ética periodística cuando recibió o buscó las pruebas, si atentó contra los derechos de un menor al emitir su nombre en público,  todo ello pasó de lado, ya sea por una posición política opositora o porque era más fácil, dejar que Valverde reciba la culpa plena de lo dicho, transformado en fuente, él sería el único responsable, el sujeto a ser procesado.

El Estado le respondió a Valverde, emitió la información clara y coherente sobre la no existencia del menor (sistemas de carnetización, migración, educativo, salud),  que él no le haya dado crédito es una cosa, pero que los medios “valverdizados” hayan insistido en la falsa hipótesis es otra cosa, que además nos debe preocupar, porque no sólo exigieron a Valverde las pruebas o documentos que precisen o ratifiquen la información emitida, sino que se limitaron a continuar informando desde el “dice”,  Gabriela Zapata entró en el mismo juego, aprovechando que la mayoría de los medios no le pidieron evidencias reales para sus afirmaciones o lo que es peor, no emitieron la información generada señalando rigurosamente que esta actriz noticiosa no acreditaba sus afirmaciones.

Puede que “valverdes” los haya en demasía en el periodismo boliviano y miles de Gabrielas en la sociedad, pero ellas pueden existir como mejor les plazca, mientras que los “valverdes” no, porque al salir al aire, tiene una responsabilidad mayor que cualquier n.n., porque le hablan a la gente y ponen a consideración opinativos o informativos que pueden o no influir en su criterio y toma de decisiones. 

Ahora, que Carlos Valverde cambió de opinión, dejó fuera de juego a los medios de comunicación que le dieron fe,  porque  lo hecho por el conductor de televisión no había sido periodismo investigativo, sino una ponencia, un criterio, una tesis, humo mediático. 

Podríamos afirmar desde que Zapata salió a la luz, los bolivianos hemos consumido especulaciones y para nada informaciones. Con el “puesto a buen recaudo” de Carlos Valverde se confirma esta tesis,  de haber sustancia periodística “seria” podría él haber enfrentado a cualquier jurado, especialmente de imprenta, pero como no la hay, es preferible seguir especulando, quizás ya no desde los medios, sino en las redes sociales, siendo lo importante saber reconocer a tiempo a los “valverdes” del periodismo boliviano.

 

 

 

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