Como creyente que soy, siempre espero que el futuro depare mejores días para Bolivia y -como creo en Dios y le creo a Dios- estoy seguro que así será. Pero aún para un creyente la esperanza no es suficiente, ya que al buen deseo habrá que añadir una generosa dosis de acción, a fin de que con una fe activada se pueda lograr el resultado esperado. Si los gobernantes entendieran esto, muchas buenas intenciones pasarían de ser ilusiones a convertirse en hermosas realidades, mediando para ello políticas públicas acertadas.
Sueño con una Bolivia digna, productiva, exportadora y soberana, con una producción económicamente viable, ambientalmente sostenible y socialmente responsable -una Bolivia donde todos ganen- y seguro estoy que con la ayuda de Dios será posible: el país saldrá adelante, derrotará a la pobreza y mejorará la calidad de vida de sus habitantes. Pero hay que tomar decisiones valientes, moverse…¡no perder el tiempo de hacer!
Una visión público-privada de largo plazo fue forjada en el Foro Agroindustrial Productivo: Más inversión, más empleo (julio de 2013) para triplicar la producción de alimentos al 2050, para ello se luchó contra el avasallamiento de predios productivos, se posibilitó el uso de garantías muebles a los productores, se trabajó en el seguro agrícola y proyectos de riego y se anunció megaobras, pero vamos rezagados y los avasallamientos retornaron.
Luego vino la Cumbre Agropecuaria Sembrando Bolivia (abril de 2015) y las Mesas de Trabajo, pero siguen irresolutos temas como el de la tierra. Después vino el Memorándum entre el Ministro de Hidrocarburos y el Presidente de la FEPSC (agosto de 2017) para producir bioetanol, dilatándose sin embargo la definición del precio, pese a que la siembra de caña inicia en marzo y un contrato de largo plazo es vital para invertir en ampliar los cañaverales e ingenios.
Finalmente, está el compromiso firmado por varios Ministros en presencia del Presidente Morales (19.12.2017) para tomar importantes decisiones hasta marzo de 2018, como el pleno uso pleno de la biotecnología que -si se concreta- provocará una revolucionaria expansión del agro boliviano.
Es cierto que desde el 2013 la producción de alimentos subió más de 2 millones de toneladas pero ¡el tiempo se nos va de las manos! ¿Por qué digo esto? Porque nuestro principal mercado para las agroexportaciones -la CAN- acaba de “abrirse” al Mercosur este 2018…¡una razón adicional para apostar -y fuerte- por una mayor productividad/competitividad en el agro!
(*) Economista y Magíster en Comercio Exterior
Santa Cruz, 7 de marzo de 2018