Asistí al estreno del documental “El cartel de la Mentira” patrocinado íntegramente por el Ministerio de la Presidencia. En principio me llevó la curiosidad profesional, no menos que el morbo, y son varias las conclusiones a las que llegué.
¿Es verdaderamente el documental del año? Si realmente lo es, entonces debemos darnos todos los cineastas del país un buen jalón de orejas porque habla muy mal del trabajo que venimos realizando. Sentí desde el principio ínfulas muy elevadas por parte del realizador al autodenominar su trabajo como el mejor del año. No quisiera decirlo por no caer en clichés, pero es ampliamente conocido este patrón de la cultura porteña, los rasgos son tan claros como el hecho de ver a lo largo del documental insistentes referencias a la cultura y situación argentina, tan fuerte que incluso el mismo Capusotto aparece como parte del documental. Cuando lo vi cayó completamente la seriedad del documental o ¿qué pensarían ustedes si ven un documental mío hablando sobre Menem y de pronto ven al Pocholo?, sin menospreciar el trabajo de Guery, a quien estimo mucho.
En el mundo del cine usamos los laureles para hacer referencia a los premios obtenidos por una obra, ya sean festivales, menciones y otros. El caso de El cártel de la mentira usa los laureles con el Ministerio de la Presidencia por dentro. Me pregunto: ¿qué premio le otorgó el Ministerio a este realizador? ¿Cómo puedo financiar mi siguiente documental a través de este fondo?
Las contradicciones se suman unas a otras porque el tema central del documental es atacar a medios con inclinación y fines políticos opositores. Esto lo dice un periodista pagado por la política para decir y hacer política oficialista. Entonces surge la pregunta ¿De verdad quieren que haya periodismo independiente con estas actitudes? La Bolivia de hoy está completamente polarizada, si atacas a los unos eres de los otros y viceversa. Es más que seguro que dirán que a mí me paga el imperio, que soy un empresario nefasto que me beneficio hablando mal del oficialismo y, por lo mismo, votaría por la derecha. Quienes me conocen realmente saben que todo eso no tiene ningún asidero, lo digo por si pensaron que me arrepentí de mi izquierdismo de espalda tiesa.
Técnicamente no es un documental cinematográficamente correcto. Se ve un gran reportaje, largo, pero reportaje, que no llega a conclusiones y se queda en los detalles. No existe dentro más que una colección de archivos sin ningún hilo conductor que haga que el espectador pueda quedarse sentado a ver los 110 minutos de duración. Adicionalmente contiene varias contradicciones, como insistir en que los medios nunca hablaron de la edad verdadera de Zapata durante 10 minutos para luego admitir que ANF sí lo hizo semanas antes. Contradicciones como decir que todo juicio al repetirlo se vuelve una verdad, cuando sabemos que el gobierno pagó este documental para que cumpliera justamente esa función. Asimismo pide un periodismo independiente entrevistando al director de un medio de propiedad del Presidente.
No quisiera seguir puntualmente con todos esas incongruencias porque tendría que hablar de muchas otras, sin embargo la crítica está hecha y el panorama es lamentable. No podemos construir un periodismo independiente en este país por lo polarizado que está y no sólo hablo del Gobierno, la oposición también miente y tiene sus tretas. En todo caso lo mejor es estar informado y siempre dudar de ese bombardeo de información al que estamos sometidos en el país.
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