Ni bien pasó Año Nuevo y sin esperar al Día de Reyes, celebrado cada 6 de enero, grandes cadenas como Hipermaxi y otros negocios en Bolivia, especialmente en las principales ciudades, retiraron rápidamente sus adornos navideños para dar paso a ofertas de útiles escolares. Cuadernos, archivadores, lápices, mochilas y otros materiales de estudio llenaron los estantes, acompañados de letreros que dicen “feliz retorno a clases”, aunque este mensaje no parece tan cierto si se consulta a los estudiantes o a los padres de familia.
En la última década, la lista de útiles escolares ha ido creciendo, salvo durante los dos años de encierro por la pandemia, cuando las clases virtuales redujeron estas exigencias. Ahora, con el retorno pleno a la presencialidad, este incremento genera un fuerte impacto en los bolsillos de las familias bolivianas. Los padres enfrentan precios más altos en librerías, supermercados y kioscos en medio de una crisis económica que no da tregua.
Para muchas familias, cumplir con las listas solicitadas por las unidades educativas se convierte en un verdadero dolor de cabeza. Además del desafío de encontrar todo el material requerido, deben buscar opciones que se ajusten a sus posibilidades económicas. Algunos padres denuncian que ciertos comercios “esconden” productos más baratos, obligándolos a adquirir artículos costosos o “de marca”, que no siempre son sinónimo de calidad.
Durante la "temporada alta" (enero y febrero), los útiles escolares suelen ser más caros. Los gastos pueden oscilar entre Bs 400 y Bs 1.000 por hijo, dependiendo del nivel escolar y la institución educativa. Para quienes tienen más descendencia en edad escolar, esta cifra se multiplica considerablemente. Los vendedores parecen asumir que todos los padres recibieron aguinaldo y fijan precios elevados sin dar espacio a una revisión detallada por parte del comprador.
A esto se suma otra complicación: algunas unidades educativas exigen que todo el material escolar sea entregado completo durante la primera semana de clases. Esto pone en apuros a muchas familias, especialmente porque hay útiles como cuadernos o pinturas que no llegan a usarse ni siquiera a la mitad durante el año escolar. Las mochilas escolares también reflejan este problema. Con listas extensas y libros pesados, estas terminan sobrecargadas tanto física como económicamente. Los textos elaborados con papel couché suelen ser voluminosos y difíciles de manejar para los estudiantes, además de incrementar el peso que deben cargar diariamente.
El tema de los libros escolares ha sido especialmente controvertido en los últimos años. En gestiones pasadas se comprobará que muchos textos eran costosos y poco funcionales debido al tipo de material utilizado. Sin embargo, el escándalo más notable ocurrió en abril de 2023, cuando se descubrió que varias portadas de libros destinados al nivel secundario contenían ilustraciones plagiadas de animes populares como Orange de Ichigo Takano. Este incidente generó denuncias penales por violación de derechos de autor y puso en entredicho la calidad ética del material educativo.
El entonces Ministro de Educación, Édgar Pary, admitió las acusaciones relacionadas con este plagio, lo que provocó un debate nacional sobre la falta de originalidad y profesionalismo en los textos escolares. Además, esta situación sacó a relucir un enfoque ideológico promovido por el Movimiento al Socialismo (MAS) dentro del sistema educativo boliviano. Algunos interpretaron el uso de imágenes populares como un intento de conectarse con los alumnos; sin embargo, esto comprometió seriamente el respeto por los derechos intelectuales.
En este contexto histórico del Bicentenario del país (2025), es crucial garantizar que los libros escolares -especialmente aquellos relacionados con historia- sean elaborados por intelectuales profesionales y ofrezcan contenidos veraces y éticos.
La situación económica actual exige medidas concretas para aliviar la carga financiera sobre las familias bolivianas. Una propuesta sería establecer listas oficiales con precios referenciales para útiles escolares. Este tipo de regulación permitiría a los padres planificar mejor sus gastos y evitar abusos por parte de comerciantes durante la temporada alta.
Para finalizar, mientras enero marca casi el inicio del ciclo escolar en Bolivia, también representa un período crítico para muchas familias que deben enfrentar gastos elevados y exigencias poco realistas por parte del sistema educativo. Es necesario soluciones integrales que garanticen una educación accesible y ética para los estudiantes.
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