A propósito de la información positiva difundida los últimos días sobre el sistema financiero al cierre de la gestión 2017, mostrando buenos niveles de crecimiento reflejado en sus principales variables, acompañado de una salud financiera y adecuados niveles de desempeño y solidez, que muestran además una estabilidad del sistema financiero, el presente análisis busca efectuar una breve mirada a otra variable relacionada con la estabilidad del sistema financiero.
Una observación a los acontecimientos en últimos 40 años en el país, se aprecia la existencia de una importante relación, sino crucial, entre estabilidad política y estabilidad del sistema financiero.
La primera mitad de la década de los ochenta, cuando se salía de un régimen militar de gobierno, el restablecimiento del proceso democrático se caracterizó por una débil institucionalidad y falta de acuerdos, generándose una inestabilidad política y social, acompañada de una crisis económica internacional y nacional (con una inflación y cotización del tipo de cambio que marcaron historia). En este contexto, el sistema financiero mostró un panorama crítico, reflejado en la peor caída histórica de los depósitos del público, llegando el saldo de éstos apenas a cerca de 60 millones de dólares el año 1985 y la cartera de créditos a 93 millones de dólares el mismo año[1]. La contracción histórica del sistema financiero, acompañado de un deterioro fuerte de la cartera de créditos[2], contrajo aún más las actividades económicas, debilitando también a las instituciones financieras, muchas de las cuales marcaron el inicio del camino hacia la salida del sistema financiero (quiebras bancarias), entre ellas, la banca estatal. Fue una de las peores crisis financieras en Bolivia, no cabe duda, lo cual derivó hacia una enorme pérdida de confianza del público.La estabilidad del sistema financiero, a través de la confianza del público, poco a poco fue recuperándose en un entorno de una estabilidad política, aunque frágil, y el establecimiento de nuevas políticas económicas y financieras, entre ellas, el restablecimiento de las funciones de la ex Superintendencia de Bancos, coadyuvaron en el sistema financiero para encarar un nuevo rumbo de confianza y crecimiento, aunque siempre pendiente de lo que pudiera suceder en el ámbito político y de las medidas económicas. El sistema financiero creció, aunque en gran medida dicha confianza respondía también a la permisividad del ahorro en moneda extranjera, la desconfianza en la moneda nacional era notoria. La moneda extranjera se convirtió en una variable importante de la confianza del público.
Este proceso de crecimiento financiero, si bien habría sufrido a finales de los noventa cierto impacto por la recesión económica y financiera internacional, principalmente de países vecinos como Argentina y Brasil, entre otros, nuevamente la falta de estabilidad política observada en los primeros años de la década del 2000, puso en desafío la confianza del público, verificándose fuertes retiros de depósitos ante las elecciones presidenciales y la falta de definiciones y acuerdos políticos, poniéndose en riesgo nuevamente la estabilidad financiera. La percepción del ambiente inestable de la década de los ochenta aún permanecía en el recuerdo.
Los últimos doce años, si bien el contexto favorable de la economía fue fundamental para el crecimiento del sistema financiero, no es menos cierto que la estabilidad política fue fundamental para fortalecer la confianza del público, reflejada en el crecimiento histórico de los depósitos y de la cartera de créditos, la desdolarización, el aumento de la cobertura de puntos de atención financiera, el número de depositantes y de prestatarios, en un entorno caracterizado por la innovación financiera introducido por las entidades financieras, cuya tendencia es irreversible.
Así pues, la evidencia empírica en el país muestra que la estabilidad política constituye una variable fundamental en la confianza del público y la estabilidad del sistema financiero que requiere ser preservado, dada su alta sensibilidad y gran importancia.